viernes, 6 de noviembre de 2015

ELECCIONES 2015

¿A QUIEN VOTARÉ?

Arrecian imparables promesas de cambios, prosperidad y felicidad por parte de distintos candidatos a intendencias y concejalías aquí y allá. No faltan quienes sin pizca de rubor, se consideran la mejor opción para ocupar con dignidad servir al pueblo y a la patria.

Cacarean con frecuencia sobre valores que en teoría aceptan, y luego, en la práctica los rechazan. A solo dos semanas de las elecciones no he oído a ningún candidato prometer erradicar dos males menores que azotan a la población: (a) Polución sonora y (b) cumplimiento de simples reglas de tránsito vehicular.

Si estas ínfimas demandas no les importan, ¿por qué debo creer que cumplirán con obligaciones más difíciles como mejorar la educación, salud, seguridad y creación de fuentes de trabajo? ¿Qué garantías de cumplimiento me ofrece el candidato si algo fácil, como los dos puntos que he mencionado, tan siquiera me plantean como solución?

Es que las generaciones se equivocan en su elección, de la escala axiológica y ejemplo de aberraciones individuales y colectivas no han faltado desde que el mundo es mundo: Un colectivo (mayoría) eligió a Barrabás y no a Jesús; otro a  Hitler antes que a la entera humanidad; un individuo de nombre Judas prefirió el dinero al Amor. (cfr. Carlos Díaz –Ilustración y Religión p. 72)

Ante la hipocresía social en la que estamos sumidos y sumado a la liliputiense estatura moral de muchos políticos, me pregunto a ¿quién votaré?.

¿Cómo sé que no ocurrirá algo similar a lo que lee en el diario Abc color 14.set.2015: “Pagamos hasta a amantes de políticos, afirma abogada. Los paraguayos con nuestros impuestos estamos pagando a “planilleros, operadores, amantes, chongas y familiares de los políticos”, afirmó ayer Kattya González, presidenta de un gremio de abogados, consultada sobre el gasto de más de G. 2.000 millones que hará la Justicia Electoral en el envío de una delegación de funcionarios para inscribir a paraguayos en el exterior”. “Esto es un chanchullo más de los políticos. Pagamos los afectos no solamente oficiales sino extraoficiales de muchos políticos”, agregó González.

“Pero, como a todos nos llama la esperanza en el horizonte se ha encendido una gran hoguera de esperanza. Y todos los hijos de esta noble nación estamos convocados a participar en esta apremiante empresa de bien común.

Tenemos que comprometer en ella nuestras mayores y mejores energía, sin retaceos ni titubeos. Porque la salud de la patria es suprema ley; y ante su llamado imperioso todo ciudadano es hombre público, decía Marco Tulio Cicerón.  

Por otra parte, nuestro pueblo está duramente acostumbrado a malos hábitos de pereza y de codicia que le han vuelto torpe y reacio para el esfuerzo sostenido y el trabajo honesto. Nuestra moral privada y pública se ha vuelto muy raquítica y en nuestra sociedad actual, lastimosamente, hay fuerzas deletéreas (mortíferas, venenosas) que como vampiros succionan la vitalidad moral y religiosa, seguridad y defensa de otros tiempos”. (cfr. S. Núñez - Sociedad y Política, p.146).


No olvidemos apoyar nuestras esperanzas en la roca imbatible de la Esperanza que viene de lo Alto. Porque si “Dios no edifica la ciudad, en vano trabajan los que en ella se fatigan”. (Salmo 127, 1).

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