¿FARISEÍSMO POSMODERNO?
Evangelio según san Marcos 7, 1-13. “En aquel tiempo se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas (….) los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinden
culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el
precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres. Les decía también:
«¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre
o a su madre, sea castigado con la muerte.
Pero vosotros decís: Si
uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda
lo declaro Korbán - es decir: ofrenda -", ya no le dejáis hacer nada por
su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición
que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas”.
El evangelio nos
cuenta que los fariseos discutían con Jesús, en lo referente a la limpieza
exterior. Hoy ocurre más o menos lo mismo, decimos preocuparnos por el cuidado
del clima, fauna y flora es decir, del medio ambiente en el que estamos
insertos. Pero, acaso se habla de la contaminación en el interior del hombre?
Al parecer, el
hombre actual “tecnócrata-progresista” vive en su beata somnolencia, por no
decir engrilletado, por el colosal vyroreí
al orden del día. El mal gusto, la indecencia y falta de delicadeza – siendo
suave - ha sentado sus reales en la
conducta o inconducta pueril, pero bestiaria, descuidando la pureza de su
corazón.
No olvidemos que
el Señor Jesús conoce perfectamente si aparentamos ser buenos, o si realmente
lo somos. Dios no pide ser no solamente honestos sino, además, íntegros,
es decir, mostrarnos tal cual somos: lo contrario al “camaleón”.
¿Somos
cristianos camaleones? ¡Quizá nos comportamos de esta manera más a menudo de lo
que pensamos! El mismo apóstol Pedro trató de ocultarse entre los que estaban a
punto de crucificar a su maestro. Pedro permaneció cerca del fuego con los
guardias, y su falta de valentía lo condujo a negar a aquel a quien, no
obstante, amaba mucho: “No lo conozco”
(Mt. 26:74).
Este suceso nos
pone en guardia. Hay multitud de lugares donde podemos ocultar que pertenecemos
a Jesucristo, o bien, dar testimonio de ello: una sala de espera, una oficina,
el restaurante de una empresa, una sala de profesores... Aprovechemos las
ocasiones para ser testigos muy visibles de la gracia de nuestro Dios.
Mañana empieza la Cuaresma, excelente
ocasión para limpiarnos interiormente y cortar de raíz los males que cada quien
sabemos cómo y cuánto nos encadenan. Es momento de emprender una revolución
interior para desalojar aquellos hábitos y actitudes que contaminan y
ennegrecen nuestra alma.
Quizá podamos comenzar por evangelizar
el “yo”, purificando nuestras palabras. Luchar por conquistar la virtud de no
hablar mal del otro. Trabajar duramente por construir el hábito de no murmurar
y juzgar a la ligera al prójimo; antes bien, hablar bien de los demás, aunque a
nuestro
juicio, no lo merezca. Es que, ¿acaso Jesús nos condena todos los días,
pudiendo hacerlo con absoluta razón?
Por mi parte, haré todo
lo posible para en este tiempo de reflexión y gracia, el Señor no me diga:
¡Hipócrita… sepulcro blanqueado…raza de víboras..! Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario