miércoles, 24 de febrero de 2016

INQUISICIÓN ANTIGUA…

Y   LA   ACTUAL....

Alguien medianamente instruido, eventualmente podría pontificar sobre “la inquisición”. Algunos dicen comprender a medias, otros, un poquito más. La mayoría, simplemente, nada sabemos. Inquisición es la acción y efecto de inquirir. Este verbo significa indagar, examinar o averiguar cuidadosamente algo. Por ejemplo: “El comisario procedió a la inquisición de los sospechosos para tratar de determinar quién fue el culpable del crimen”; “La inquisición duró varias horas, aunque el juez no pudo obtener datos concluyentes”.

En 1616, el cardenal Belarmino, inquisidor del Santo Oficio, el mismo que había dirigido el proceso contra el filósofo Giordano Bruno, que fue quemado vivo en la hoguera, ya había amonestado a Galileo por tratar de defender el copernicanismo y por poner en duda la representación tradicional del mundo. El 22 de junio de 1633, Galileo fue obligado a pronunciar de rodillas la abjuración de su doctrina ante la comisión de inquisidores, bajo las órdenes del papa Urbano VIII, que había sido su amigo.

El 27 de octubre de 1553, hace 460 años, Miguel Servet, teólogo reformista y médico español, fue quemado vivo junto a sus libros, acusado de hereje por Juan Calvino, reformador protestante. Servet fue condenado por su concepción de la Santísima Trinidad, a la que comparaba con el monstruo mitológico de tres cabezas, por oponerse al bautismo infantil y por otras herejías y blasfemias, en palabras del Consejo de la Inquisición. El teólogo español -como ocurriría con Giordano Bruno, 47 años después- fue quemado en la hoguera por negarse a abjurar de su doctrina. Servet y Bruno murieron, víctimas de intolerancia religiosa del s. XVI. 

La inquisición posmoderna. Hoy la “moral cristiana” terrible, violenta, implacable, “condena, por ejemplo, el libertinaje sexual, la sodomía, al amigo “con derecho”, no aprueba el aborto  no ridiculiza a una madre de familia de más de dos o tres hijos y no apoya la promiscuidad sexual. Luego la Iglesia es despiadada inquisidora actual…para esta sociedad de moral averiada.

También será reputado como terrible inquisidor actual un padre que pone límites a sus hijos; un profesor exigente que no se presta a “los permisivos tiempos actuales”; un vecino que protesta contra conductas agresivas al medio ambiente; un trabajador honesto que se niega a recibir coimas, etc. A estas personas es atribuido el incorrecto e inculto término de inquisidor.

La moderna inquisición, en realidad practican los funcionarios públicos ladrones que roban salud, educación, seguridad y esperanzas a un pueblo hambreado y humillado, porque “pudiendo morir ahogado, muere de sed”. Con otras palabras: teniendo todo para satisfacer sus necesidades básicas, vive y muere como perro indigente.

¿Cuántos compatriotas pierden la vida todos los días, por causa de enfermedades prevenibles? ¿Cuántos niños y jóvenes no acceden a la escuela por desidia de las autoridades responsables? ¿Cuánto dinero público es dilapidado por “hambrientos tiburones” con ropaje de servidores de la patria?

Lo que de hecho suele ocurrir es que el pertinaz relativista –tavý-pokaré-mbareté- intenta arrollar de un modo u otro a quienes pacíficamente, pero con una conducta racional y coherente, ponen de manifiesto la incongruencia, la tiranía, la costumbre totalitaria de un permisivismo militante, que tanto daño está causando a nuestra sociedad.

El inquisidor posmoderno presume de liberal y hace todo lo mal que quiere sin ser mínimamente molestado, por quien se dice tolerante (autoridad), siendo en realidad la causa: pusilanimidad o complicidad. Cualquiera hace lo que quiere, porque se sabe impune: Aquí el binomio inquisidor: el delincuente nº 1, que delinque y el nº 2, que hace parte del delito por omisión. ¿Qué es de aquello de “cumplir y hacer cumplir las leyes? ¡Un bello poema y nada más!. Es que, como diría C. Díaz, la ¡Ética para el corrupto es como, bellas rosas para el cerdo!

Qué bueno, justo y necesario sería que el inquisidor actual– en este tiempo de Cuaresma - caiga en la cuenta de que comportarse con decencia y justicia no es negar la libertad, Es hora de transformar nuestra charca inmunda y pestilente, en un oasis de respeto y paz. 

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