PARA REFLEXIONAR EN CUARESMA. Entre los casos judiciales conocidos, pocos llegaron a ser tan famosos como el juicio a Jesús. Fue arrestado, enjuiciado, torturado y muerto en trucho “juicio abreviado”. A los doctores de la ley les molestaban su prédica y, decidieron matarlo. Pero maquinaron dar una apariencia legal a su asesinato
Cualquiera diría es este “el peor crimen del que se tiene constancia en la historia de la jurisprudencia”. Para que el arresto pareciera legal, tenían que presentarse dos testigos ante el tribunal acusándolo de un delito concreto.
En el caso de Jesús, las autoridades buscaron la manera de deshacerse de él; lo mandaron arrestar en secreto, a la noche. Luego del arresto, buscaron testigos falsos para acusarlo, pero ellos no se ponían de acuerdo en la acusación (Mt. 26,59).
La patota que lo arrestó lo llevó a casa
de Anás, quien lo interrogó violando la ley, pues no debía tener lugar a la
noche, sino de día. Como el interrogatorio era ilegal, Jesús respondió: ¿Por
qué me preguntas a mí”, pregunta a los que me han escuchado. (Jn, 16,21). Con
lo dicho por Jesús, cualquier juez honrado, hubiera acabado con la farsa.
La respuesta de Jesús le valió una bofetada, por parte de un soldado, una de las tantas torturas que soportó esa noche. Ya en la casa de Caifás, buscaron otros testigos falsos, a fin de concretar el crimen, pero los testigos se contradecían en la acusación.
Al amanecer, lo llevaron ante Pilato. Viendo que Jesús no representaba ningún peligro para Roma dijo: ¿Qué mal ha hecho? Pero los judíos gritaban ¡crucifícalo! Pilato buscaba el modo de liberar a Jesús, valiéndose de la costumbre de liberar a un preso con motivo de Pascua. Pero la presión de la patota, hizo que Barrabás quedara libre.
En un nuevo intento de liberar a Jesús, Pilato mandó que lo golpearan y dejó que lo envolvieran con capa roja, le coronaron y lo golpearon, burlándose del reo. Entonces lo volvió a declarar inocente, como diciendo a los judíos: “Ya están satisfechos, ¿verdad?, pensando tal vez que, viendo a Jesús hecho guiñapo, saciarían su sed de venganza. Así las cosas, el “juicio legal” se oponía por completo a las reglas de la ley hebrea y a los principios de justicia.
Porque según aquel profesor de Derecho:
“Todo el proceso estuvo lleno de ilegalidades e irregularidades que el
resultado puede considerarse un verdadero asesinato jurídico” (cfr. Atalaya
01.04.11, p. 22). Irregularidades a la luz de la ley judía:
-Los procesos de pena capital debían abrirse alegando la inocencia del reo y no su culpabilidad.
-Los procesos donde se presume que puede
estar en juego la vida del acusado, debían celebrarse de día, no de noche ..El
«pequeño Sanedrín», al reunirse, por tanto, el viernes, 7 de abril, víspera del
sábado y de la Pascua, cometió un doble delito.
-En estos procesos capitales, el juicio debía ser abierto siempre por uno de los jueces. En el juicio contra el Maestro fueron los falsos testigos los que iniciaron la causa.
-Sólo la actuación de falsos testigos es
suficiente motivo para invalidar el juicio. -Si el reo era culpable, la
sentencia debía ser aplazada para el día siguiente.
-Si después de todo consideran al
prisionero culpable, la sentencia definitiva debía emitirse por votación. En el
proceso presidido por Anás y Caifás no hubo votación.
-La ley prohibía que una misma persona sea juez y acusador. Caifás acaparó ambos puestos. -Tampoco fue anunciada la sentencia como prescribía la ley (..)
Y en el colmo de la irregularidad
jurídica, ni siquiera el propio procesado conoció el texto definitivo de dicha
sentencia a muerte. (Jesús murió sin saber «oficialmente» su culpa...)
-Si el Tribunal consideró que Jesús era un falso profeta, la ley tampoco autorizaba su juicio, a no ser por el «gran Sanedrín», formado siempre por 71 miembros. Y aquél sólo era, oficialmente, de 23.
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