SEGÚN JACQUES MARITAIN
La educación según el maestro J.
Maritain se basa en tres convicciones muy sencillas: 1º. La perfectibilidad indefinida del hombre. 2º. La necesidad absoluta de la educación cuando se trata del ser
humano. 3º. La existencia de fines
bien claros e imprescindibles de parte del educador.
Educar es dar forma no a un hombre ideal
platónico, sino a un niño concreto, que pertenece a una nación concreta, a una
sociedad concreta, a un tiempo concreto. Antes de ser un niño del siglo XXI, un
niño crecido en América Latina o en Europa, es hijo de un ser humano: ¡Igual que yo, antes de ser un francés, ex profesor
de Filosofía, jubilado, soy un hombre! (Conferencia Roger Texier – CDE,
10.08.10).
Por lo demás, nuestro deber principal
consiste en llegar a ser quienes debemos ser. Nada es más importante y difícil
que llegar a ser “hombre”. Por eso, la tarea principal de la educción es guiar
el crecimiento intelectual y espiritual de ser humano hasta el
cumplimiento de tales propósitos.
La diferencia entre un animal irracional
y el animal humano es que, la conducta del irracional es el mero reflejo de los
estímulos que recibe, en tanto que en el hombre, entre el estímulo y la
respuesta, posibilidad de elegir.
La educación es precisamente una forma
respetuosa de suscitar en la persona del educando, representaciones, ideas,
valoraciones que lo ayuden a crecer como persona. Un ser humano es mucho más
que “un mono con pantalones, recién bajado del árbol”, se dirá graciosamente.
El hombre es un animal social que ha de
adecuarse en una sociedad civilizada. No puede progresar en su vida específica,
tanto intelectual como moralmente. Sin ser ayudado por la experiencia colectiva
acumulada con anterioridad. Necesita tanto de la disciplina como de la
tradición. Y la educación es transmisión continua del conocimiento adquirido.
El fin último de la educación es la
realización del hombre como persona, objetivo este, infinitamente mayor y
amplio que el objetivo que puede tener la arquitectura o la medicina, porque
tiene que ver con la libertad y con el espíritu. El objetivo fundamental de la
educación es, con toda seguridad, ser un buen hombre, antes que ser un hombre
culto. Como dijo Rabelai, pensador francés del Renacimiento, “la
ciencia sin conciencia es la ruina del alma, es mejor querer y amar el bien
que, simplemente conocerlo”.
El crecimiento del ser humano debe
llevar al éxito, tanto a la inteligencia como a la voluntad. La educación de la
voluntad es, incluso, más importante para el hombre, que la formación del
intelecto.
Para Maritain, lo importante en la
educación, no son los cursos de cocina, de enfermería, publicidad,
cosmetología, negocios.
Es la enseñanza de la moralidad, la apreciación de las
cosas, o sea, la prudencia y, por encima de todos, el amor y cuanto se deriva
de él. El amor es el alma de la vida moral. El amor tiene que ver directamente
con la moralidad. Los santos, por ejemplo, son los verdaderos educadores de la
humanidad.
La educación debería enseñarnos cómo
enamorarnos siempre y de qué enamorarnos. De la ciencia y de
las artes que hicieron grandes historias, es decir, del buen obrar humano al
servicio del bien común. La educación cultiva magnanimidad. El arte de la
educación es hacer que el educando pueda disfrutar de la belleza que supone
hacer bien las cosas.
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