DEL BIEN y de la FELICIDAD
Con frecuencia, responder el siguiente
cuestionario: “La recta conducta humana
debe ser guiada por la>: Razón, Voluntad, Generosidad, Libertad,
Valentía, Espiritualidad”… suele suscitar
ciertas inquietudes. La razón es aquella facultad que ordena toda la actividad
humana: la libertad, la ética, la política, la ciencia, la justicia, la virtud.
Está al servicio de lo que profundamente anhelamos: la verdad.
La razón especulativa está
ordenada precisamente al conocimiento de la verdad. La razón práctica,
al obrar, es decir, a la dirección de la actividad humana. Aristóteles hace la
de la razón el elemento propiamente humano del hombre. El hombre no es una
planta. Su vida no se reduce a la
vida vegetativa (nutrición, crecimiento, reproducción). El hombre no es un
animal como los otros. Su vida no se reduce a la vida sensitiva (apetito,
locomoción, placer, instintos).
El hombre se define por su vida
intelectiva. Conoce, piensa elige el estilo de su vida. La razón es el órgano
de su pensamiento. Por eso está como en el centro de todas las actividades
marcadamente humanas: la política, la ética la filosofía, el arte, la religión,
la educación. Por consiguiente, la vida del hombre no puede ser simple vivir,
puesto que el vivir es propio de todos los seres creados; animales irracionales
y vegetales.
Así las cosas, solo queda que la obra
peculiar de hombre sea la de la razón
y la actividad del alma, según la razón. Y todo corre sin cesar
tras la felicidad… porque quiere ser feliz. Esa es su vocación. La razón nos
dirá que felicidad no consiste en tener siempre qué comer, qué vestir, dónde
dormir. ¿Es solamente gozar de buen salud, tener dinero y separarse de las
“escoria” social?. Y si le faltara algo…¿será el hombre infeliz?
La felicidad es un estado de paz y
sosiego, un modo alegre e indefinible de estar despierto. Ocurre cuando las
circunstancias de la vida son tales como las desea. Así las cosas, feliz es
aquel a quien todas las cosas le va bien. Feliz es el que cree tener asegurado
su porvenir y el de su familia. Puede enviar a sus hijos a las mejores
universidades.
Pero, también se puede ser feliz, cuando
las preocupaciones de la vida son múltiples: ¿Qué sucederá con mi hijo
minusválido cuando yo no esté más aquí? ¿Quién se ocupará de mí cuando esté
viejo? ¿Cómo podré hacer mi trabajo dentro de diez años? ¿Y si me ocurre tal o
cual desgracia?... Es humanamente muy comprensible que estos sean temas de
preocupación.
Es normal que pensemos en el futuro; lo
que el Señor nos pide es que no estemos preocupados, y tiene muchas razones
para hacerlo, pues su regreso para llevar consigo a los creyentes puede tener
lugar de un momento a otro. Esto significa que estaremos con él en el cielo,
libres de todas las preocupaciones., porque somos “ciudadanos del cielo”
Es
cierto, no sabemos qué sucederá mañana, pero sabemos que el Señor nos ama, que
dirige nuestro futuro terrenal con miras a nuestro bien. ¡Los cuidados que nos
dio en el pasado son una garantía para el futuro! Vivamos, pues, cada día con
el Señor, apoyándonos en sus promesas llenas de amor, porque somos “ciudadanos
del cielo”
El mensaje de Dios es un mensaje de
gozo. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva. ¿Qué
ocurre si alguien no acepta el ofrecimiento de Dios? Su fin será la perdición.
Dios mismo expresa esto en términos muy fuertes.
Luego, la razón es el camino para lograr el bien
y la felicidad. ¡Bendecido tiempo de Cuaresma!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario