¿MANIPULACIÓN…VERDAD o MENTIRA?
El concepto general del marketing o
mercadotecnia social afirma que “la labor de las organizaciones es determinar
las necesidades, deseos e intereses de los mercados meta y entregarles los
satisfactores deseados en forma eficaz y eficiente.”
Para alcanzar esos objetivos, el
marketing social utiliza refinadas técnicas de mercado: publicidad, influencia,
grupos de presión, mensajes vía redes sociales, motivaciones varias, etc. Esta
disciplina se enseña en la universidad y se obtiene, certificados, diplomas, etc.
Hasta aquí estos saberes transitan por senderos deseables y positivos.
Pero, la mercadotecnia social – también
llamada ingeniería social -, al desviarse del correcto camino, acorrala al
consumidor, para que consuma lo que no necesita, siendo “consumido
por el consumo que lo consume”. Ejemplo, un comprador compulsivo. Entonces,
este tipo de mercadotecnia social se torna cruel fagocitadora del pobre infeliz
que hipoteca su existencia; ignorando que en realidad, ha consentido líbremente
ser esclavo de la manipulación al servicio del deseo, más que de la necesidad.
Ante esta cruda situación que fractura
muchas familias..¿Qué hacer?. Jeremy Bentham (1748-1832) hizo un cálculo
hedonista para la mayor felicidad posible, para el mayor número posible…juzgó
la naciente y revolucionaria doctrina de los derechos humanos como un “pomposo
disparate”, pues solo el placer es la fuente genuina de la felicidad.
Por su parte, John Stuart Mill (1806-1876), distinguió entre placeres inferiores y
superiores, según un célebre criterio cualitativo: “Es mejor ser un Sócrates
desgraciado que un cerdo dichoso”. (cfr. José R. Ayllón - Introducción
a la Ética, p. 104).
Verdad es que todos tenemos derecho a la
felicidad: ¡es nuestra vocación!. Pero nadie es feliz por consumir todo lo que
se le impone. Acumular riqueza, no es sinónimo de felicidad, aunque no pocas
personas lo consideran devoción y “becerro de oro” del éxito temporal.
¿Cuántos “burros con plata” pueblan
nuestra fauna guaraní y son todos ellos felices?. Es hora de abrir nuestros
ojos y oídos a la prudencia y al sentido común,; fortalecer nuestra voluntad
para no caer en las garras del manipulador Leviatán Pirá Piré, en la afanosa
búsqueda de felicidad.
La felicidad – dice el recordado
Profesor S. Núñez - consiste en que la mayoría de la gente viva en paz consigo
misma y con los demás, respetando normas básicas de convivencia, el bien común
y una decorosa conducta cívica – que tanta falta nos hace, dígase de paso.
¿Qué sentido tendría el principio o
teoría de máxima felicidad en un sociedad que pone su aspiración en comprar
todo lo que aparece… porque hay que estar en la onda; en la frenética
aspiración de “ser el primero” en tener lo que se oferta; en poseer cada vez y
más y más… si al fin acaba siendo poseído por sus cosas?. “El tonto ama sus
cosas, el sabio ama su alma”, reza aquella antigua sentencia.
Aunque amplias capas de la población asumen que el empresario es como un "tiburón financiero", desechemos tal idea. No es
verdad que para tener éxito en los negocios, hay que ser deshonesto, agresivo y
manipulador.
Que haya algunas mercaderías vencidas o podridas dentro de una
casa comercial no es motivo suficiente para decir que todos son iguales. ¿Pero realmente esa es la imagen de un verdadero empresario?. Por
nuestra parte, sólo consumamos lo que es necesario. Lo superfluo dejamos para
los tontos. Estimado lector, ¡usted tiene la palabra!...
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