miércoles, 17 de febrero de 2016

¡¡EL BOLSILLO TIENE SUS RAZONES…

QUE  LA  ÉTICA  DESCONOCE!!

El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Pascal acepta el racionalismo pero reconoce que éste tiene límites en la esfera moral y religiosa. Plantea la exigencia de comprender al hombre como tal, comprensión que la razón no puede alcanzar.

Hoy podríamos, parafraseando a Pascal decir que: “El bolsillo tiene sus razones que la ética y la conciencia desconoce”, cuando la corrupción sienta sus reales en la mente y corazón del hombre.

Corrupción significa: cambiar la naturaleza de una cosa, volviéndola degradada o mala. Así esta palabra, está vinculada a la idea de que existe una cierta manera de ser que cambia o degenera. La corrupción se da en el sector público y privado, muchas veces promovida en complicidad, en ambos sectores. Algunas de las múltiples formas que se pueden considerar corruptas son:

Aceptación de dinero, recompensas o regalos por el otorgamiento o adjudicación de un contrato. Distracción de recursos públicos para uso privado. Distracción de recursos públicos para fines electoralistas (financiamiento de actividades) partidarias y provisión de empleos a la clientela (amigos, amantes, compadres y demás etcéteras de determinado gurú de turno o grupo político)…

Nepotismo… (dar preferencia a familiares para trabajos públicos). Tráfico de influencias y mantenimiento de privilegios e incentivos odiosos que favorecen normalmente a la clase gobernante y socialmente poderosa. Sobreprecios en la ejecución de proyectos. Recolección y fraudes tributarios, etc. Algunas causas por las que existe Corrupción:

Excesivo poder discrecional. Salarios bajos en el sector público, que no compiten con el sector privado. Baja responsabilidad, transparencia y educación. ¿Cómo rehacer nuestra sociedad?... no queda ya principio ni autoridad moral alguna.

La autoridad ha dejado de existir, ha perdido credibilidad; triunfa el relativismo traducido en la falta de respeto a principios, convirtiendo al hombre en un animal que persigue sus instintos sin frenos y sin barreras. “El hombre que se ignora a sí mismo, desconoce su dignidad y es un juguete, mejor dicho, una cosa cualquiera que no merece respeto ni se hace respetar” dice José R. Ayllón en Desfile de Modelos.

Así las cosas, la vida es un constante mercadeo. Nuestros padres nos “hicieron” en y desde este frenético mundo de mercadeo y consumo; luego respiramos aromas de “comprar”, “vende”, “joder la vida al otro y sí mismo”…para luego, simplemente, morir. El mercadeo consumista entra y sale de mi casa, absorbe a mi familia, a la escuela, al lugar de trabajo…por internet, mensajes, tv, periódicos, radio “so´ó”, etc.

Está aquí y allá; por arriba y por abajo; por derecha y por izquierda. No es raro, por tanto, ver al hombre hoy consumista, consumido por el consume que lo consume, al decir de aquel hermano.

La patria padece miseria a consecuencia de aquellos dirigentes de gobierno que ignoran la «solidaridad y ética». Los políticos apóstatas de estas virtudes – pero celosos guardianes del bolsillo profundo - son quienes aplastan el esfuerzo de redimir a los pueblos del atraso, pobreza e ignorancia. La política con gruesos anteojos anti-pobres obliga al pueblo a votar, no precisamente al mejor, sino al menos peor. 

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