viernes, 26 de febrero de 2016

CONQUISTAR LA LIBERTAD INTERIOR

¡TITÁNICO  DESAFÍO… HOY!

La libertad presupone la búsqueda de la verdad y del bien. Conoce y hace, lo que es justo y recto. La verdad es la norma que sirve de guía para la libertad. Lo que entiende el hombre moderno por libertad es que, los individuos tienen derechos que los demás deben respetar: el derecho a expresar su opinión, a elegir su trabajo, a disponer de su propiedad, a ir y venir sin dar cuenta de sus pasos a la igualdad ante la ley, a reunirse con otros, a profesar el culto que prefiera…

Pero, otra cosa es la libertad interior. Mediante ella, el hombre puede escoger un camino adecuado para y evitar toda fatiga. Puede elegir el camino adecuado que le lleva a humanidad plenamente realizada. O puede escoger la mentira y la falta de honradez. Puede elegir la disposición de prestar ayuda, la bondad que no se deja desarmar por la ingratitud. La libertad interior coincide con la responsabilidad personal.

Por ella, el hombre pasa a ser dueño de sí mismo. Sienten que el timón de su vida está en sus manos; no en las manos de un destino ciego y fatal, contra el cual nada puede hacer.

La vida no es suma de fatalidades que nos suceden, sino la síntesis de nuestras decisiones, orientadas todas ellas en una determinada dirección. Por supuesto que la libertad puede ser en alguna medida condicionada.

Casi siempre, hay factores externos que limitan nuestra libertad de diversos modos: la escasez de recursos, por ejemplo, nos impiden algunas opciones tentadoras para las vacaciones: la incomodidad del calor que nos hace más difícil estudiar, trabajar; las intenciones de los amigos que nos invitan ir a la piscina, en lugar de ayudar a los padres.

Por otra parte, si actúo de forma honesta en el trabajo, puede que me gane la antipatía de ciertos colegas; si rechazo una propuesta de coima, puedo ser considerado un peligro o cuando menos, un compañero “peligroso por inadecuado”…Es que la libertad tiene sus limitaciones: el ámbito donde uno nace y crece, la moda, el espacio de la libertad personal, la presión del grupo, el estar en “onda”, etc.

A pesar de todo, la libertad es el distintivo decisivo de la diferencia que existe entre los seres humanos y los seres tan sólo vivos. Donde hay persona, hay persona. Donde hay libertad, hay persona. Es que, al hombre, Dios le comunicó cierta participación en su propia obra creadora. Por ello hemos sido creados con libertad, inteligencia y voluntad.

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Dice Viktor Frankl, célebre psiquiatra, filósofo y escritor, Frankl estuvo tres años en Auschwitz, Dachao y otros dos campos de concentración.

Y agrega, “El talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento que le acompaña, le ofrece la singular oportunidad –incluso bajo las circunstancias más adversas- de dotar a su vida de un sentido más profundo. 

Esa libertad interior, que nadie nos puede arrebatar, es la que confiere a la cada existencia una intención y un sentido, y en esa decisión personal reside la posibilidad de atesorar o rechazar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior.”

Únicamente si se persigue con constancia y conciencia la libertad interior y la libertad externa es posible el progreso espiritual y el conocimiento capaz de  mejorar la vida general de las personas  en todos sus aspectos. (Albert Einstein). 


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