¡¡GRAN ENGAÑO
PANTEÍSTA!!
Continuamos con Juan C. Sanahuja, en “Poder Global y religión universal”, p. 44: A la carta de la tierra la gestaron, a principios la década de los 90: la cruz Verde Internacional, de Mikhail Gorbachev y el Consejo de la Tierra, liderada por Mauricio Strong. Gorbachev dijo, en 1997: “el mecanismo que usaremos será el remplazo de los Diez Mandamientos por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra”, apadrinada por Federico Mayor Zaragoza, Director General de la UNESCO entre 1987 y 1999.
Postulados agnósticos y panteístas de la
Carta serian la base de la nueva sociedad. Para eso según la Carta, se debe:
“Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos con especial
preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan
la vida. Adoptar planes de desarrollo sostenible y regulaciones que permitan
incluir la conservación y la rehabilitación ambientales, como parte de las
iniciativas de desarrollo”.
No podía faltar el mandamiento
ecologista de controlar la natalidad para salvar el planeta, propio
del paradigma del desarrollo sustentable: “Adoptar patrones productivos,
consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la
Tierra, derechos humanos y bienestar comunitario”, y otros imperativos que
colaboran directamente con las políticas de antinatalismo compulsivo
y con la reingeniería anticristiana de la sociedad:
“Afirmar la igualdad y la equidad de
género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso
universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.
(p. 45).
Asegurar los derechos humanos de las
mujeres y niñas y terminar con toda violencia contra ellas. Asegurar el acceso
universal al cuidado de la salud que fomente la salud reproductiva y la
reproducción responsable. Adoptar formas de vida que pongan énfasis en la
calidad de vida y en la suficiencia material en un mundo finito”.
Para concluir, la imposición de
postrarse ante las Naciones Unidas y el Nuevo Orden Mundial, adoptando la Carta
como fundamento de la nueva religión global: “Con el objeto de construir una
comunidad global sostenible, las naciones del mundo deben renovar su compromiso
con la ONU, cumplir con sus obligaciones bajo los acuerdos internacionales
existentes y apoyar la implementación de los principios de la Carta de la
Tierra, por medio de un instrumento internacional legalmente vinculante sobre
medio ambiente y desarrollo”.
En la Carta de la Tierra, Dios
está totalmente ausente. No aparece ni siquiera como una “hipótesis”
armonizable; la persona humana es una partícula del universo en igualdad de
condiciones con un animal o un vegetal, incapaz de conocer cualquier realidad
que no sea material. No es el centro de la creación,
constituido en administrador prudente por Dios.
“El cosmos ha sido creado por Dios como
habitación del hombre y teatro de su aventura de libertad. Por esto, el mundo
creado adquiere su verdadero significado en el hombre y por el hombre”. “Juan P. II, audiencia general 19.08.98” (p.
46). Entendido como lo acabamos de expresar, el desarrollo sustentable adquiere
el carácter de pseudo-categoría teológica que aspira a constituirse en criterio
de moralidad universalmente vinculante.
La Carta de la Tierra es
un paradigma de la reingeniería social anticristiana que promueve la
perspectiva de género y la salud sexual y reproductiva – homosexualismo y
aborto químico o quirúrgico, como antesala para el desarrollo sustentable. ¡Qué
gran dilema para un médico que hizo su juramento hipocrático!
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