PURIFICACIÓN...
Frecuentemente Jesús mencionó sobre la pureza de corazón. Según Jacques Leclercq (Enseñanza de la Moral Cristiana, p.87), corresponde la forma propia de desapego humano.
Frecuentemente Jesús mencionó sobre la pureza de corazón. Según Jacques Leclercq (Enseñanza de la Moral Cristiana, p.87), corresponde la forma propia de desapego humano.
En la Carta Encíclica “El Esplendor de la Verdad” (15), se lee que el discurso del Sermón de la Montaña constituye la Carta Magna de la moral evangélica, luego, representa de algún modo, el código de la pureza de corazón.
Es de prudentes renunciar a toda cosa
terrenal que ata, a los deseos de la carne, al desenfrenado apego por tener
más, a las glorias y aplausos forzados y mentirosos. Paradójicamente, esta
renuncia no significa apocarse sino, una elevada moral de servicio a Dios y al
prójimo.
Por ejemplo: “Han oído que antes se
dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus
enemigos y oren por quienes los persiguen….así serán hijos del Padre… porque él
hace que el sol salga sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e
injustos”. (Mt 5, 43-49)
El corazón será puro en la medida que se
“arranca” de él las codicias, y al decir codicias, se entiende por malos
pensamiento, palabras acciones y omisiones. Prepararse para recibir al Niño
Dios con el corazón puro no significa “dormir, en el suelo, ayunar y chillar”
hasta demacrarse.
El que tiene corazón puro vive en este
mundo, luchando contra el apego y deseo de cosas, y del rencor que lo carcome y
consume.
Pureza de corazón significa vivir
entendiendo que la vida en sí misma no es el fin. El fin es la salvación. Pero no
se llega al cielo pensando y queriendo solamente; se gana el cielo, viviendo
sobre la tierra conforme a los mandatos de Cristo.
Por eso, la salvación hay que
construirse día a día. Cristo es Maestro de vida, y sus discípulos somos, ante
todo, quienes deseamos tenemos una cierta manera de vivir, conforme a la
voluntad del Maestro Jesús. Esto es lo que diferencia a Cristo del filósofo.
El filósofo es un maestro del pensar.
Platón, Aristóteles, Descartes...enseñaron a pensar. Dieron solución a
problemas intelectuales y un método de reflexión. Cristo vino a hacer; su fin
no era satisfacer al espíritu sino a transformar y a salvar.
¿Qué puede ser más sublime para el
hombre, sino salvarse? ¿Qué privilegio puede en este mundo, compararse al de alojar
el Rey del universo en nuestros corazones?. El Niño Dios está disponible para
todos, totalmente GRATIS.
¡Aprovechemos esta inigualable oferta!
Felices los que poseen pureza
de corazón, pues ellos verán a Dios (Mt. 5,8). Ya depende de cada uno
de nosotros ser huésped del más ilustre visitante de todos los tiempos, Aquel
que no se puede contener en el universo por su gloria y poder: el SEÑOR JESÚS.
¡Qué más puede pretender un pobre terrícola? ¡Feliz Navidad!
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