lunes, 2 de diciembre de 2019

“HOMBRE SIN ÉTICA”...

¡TERRIBLE AZOTE SOCIAL!
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¿Dónde está la tan cacareada Ética? ¿Dónde está decencia de miles “profesionales” que las “Altas Casas de Estudios” “escupen” al mercado años tras año? Quien practica la virtud de la ética profesional hace lo que debe y está en lo que hace. ¿Re entendé pio karai arandueté?

¿Cuántos brillantes egresados de todas las carreras y colores hacen vida –practican- esta verdad en la función pública y fuera de ella? Respuesta: Pocos. Ensayamos alginas probables causas:

Los enunciados de la “ética profesional” no pasan de un compendio de inútiles declaraciones líricas. Luego, si el profesional universitario-acartonado - no hace lo que debe y, hace mal cuando lo hace, ¿qué ha de esperarse del hombre “no instruido”?.

Así las cosas, el pokaré en creciente desarrollo, permea sin pausas el tejido social. Esta tragedia que nos empuja vertiginosamente hacia el precipicio de la nada, podemos entenderla desde tres capas según E. Mounier, filósofo francés (1905-1950):

1. Inmoralidad: El modo más superficial de entender la desmoralización es explicándola cuantitativamente. Se comete todo tipo de tropelías a sabiendas y sin pudor, quizá porque el “pueblo” entiende que estar en democracia es hacer lo que se quiere, incluso, delinquir.

Si  “los “capos loo” hacen, ¿por qué yo no? ¿Cómo medir la salud moral de un pueblo oprimido y hambriento de justicia? (…) Las estadísticas no cuenta en el campo moral.

2. Permisividad: Nuestra sociedad es de signo permisivo, una sociedad hipócritamente amable y pluralista. Pretende ser “tolerante”. Es permisiva y repercute profunda y negativamente y en nuestra manera de vivir… o ¿sobrevivir?.

La permisividad de nuestra sociedad enferma –dirá aquel profesor-, tiene dos fuertes pilares: La social y la jurídica. En la primera, conductas reprochables del ayer - robos, adulterio, coimas-, son socialmente aceptadas, gozan impúdico espacio sin provocar la reacción de los “decentes”.

En cuanto a la permisividad de tipo jurídico, los valores morales y cristianos, no pocas veces son avasallados por la ley positiva. Aborto terapéutico, delincuentes de frondosos antecedentes son favorecidos con medidas sustitutivas, entre otras lamentables como grotescas acciones u omisiones, que adornan nuestra moral liliputiense.

Una sociedad permisiva es una sociedad falsamente libre, porque todo lo permite y nada garantiza. En ella prospera la delincuencia organizada, la droga, y otros múltiples males. Una sociedad hedonista, violenta y erotizada que cultua frivolidad tiene su raíz en la permisividad: auténtico absolutismo del libertinaje.

3. Amoralidad: Llegamos ahora a la interpretación más profunda del nivel ético. Aparece hoy un hombre ignorante de valores y conciencia averiada. El amoral abusa del cargo para satisfacer su enfermiza angurria. Se es amoral por ignorancia o por conciencia averiada.

Si Ética es el “arte de vivir para ser mejores”, según Sócrates o, el “camino para alcanzar la beatitud”.... ¿Por qué no incorporar la ética a nuestro “sistema operativo AHORA?

Ayunemos anguirú kuera de tanta mala praxis, porque todos, absolutamente todos, podemos cambiar... si queremos. Para el logro de este titánico objetivo, la respuesta es volvernos a Dios.  


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