¡Ndera…
hendy la educación de los hijos lekajá! ¿Cómo pio era en tu tiempo?
La facilidad con que hoy los hijos -sin
pizca de pudor- desechan principios, valores, criterios y actitudes que sus
padres les enseñaron -si enseñaron-, sorprende, ¿o ya no?. ¿Son culpables papá
y mamá?
La bulímica-progre-sociedad carga su propio código: "culto a la estética, sin ética". Rompió ciertos
valores, abrazando criterios permisivos, pontificando “con fuerza de ley” el
libertinaje. La cultura de masas grita: ¡viva la libertad...sin frenos ni
barreras!
Por consiguiente, rechaza los deberes de
familia, éstos perdieron vigencia porque cayeron en la obsolescencia, esto es,
en el viejazo, en lo anticuado, en la prehistoria.
Cuando el chico-pibe (tigre de papel
como todos nosotros alguna vez) se libera de la familia y mira el horizonte (si
mira)...¿qué ve, qué encuentra?... “Todo
y Nada”. Nada bueno que no haya en un hogar sano. Y Todo, lo que de malo oferta
el “mundo”. Ejemplo:
* ¿Qué hay de bueno en programas de TV
que día y noche bucean en la intimidad de las “exitosas victimas” que en nombre
del éxito y la fama, con indecible morbo, son manoseadas?
* ¿Qué de bueno hay en la “tele” cuando
en nombre de “diversión familiar” produce pornografía, donde se “enseña y
aprende” que el adulterio, el engaño, los insultos, el sexo perruno y demás
lindezas de nuestra mediocre telebasura, es normal loo ahora, y, qué pio tiene
de malo?
* ¿Qué de bueno hay en reivindicar
alcoholizados, la libertad de horario nocturno, consumo de bebidas alcohólicas,
etc., reclamado por jóvenes sin conciencia madura, apoyada por adultos con
conciencia averiada?.
¿Qué aporta a la familia decente
programas de TV chiqueril maloliente
cuyo mejor argumento es desparramar chismes sobre “cómo se casan, descasan,
recasan, se visten, desvisten, se pelean, se amistan, sus caprichos y sus
gustos y disgustos y malos gustos, de famosos” (al decir de Vargas
Llosa-Civilización del espectáculo p.55) de este hediondo fango de miseria
carnal?
Lo malo: muerte o mutilación y de
cientos de jóvenes vidas en medio de la madrugada, es decir, dolor y luto en la
familia, fruto del libertinaje y la inutilidad del papá moderno, cuyo rol hoy,
se traduce en disparar chorros de espermatozoides y nada más.
Un joven sin valores se convierte en
fácil victima de chantajes afectivos provocados por los compinches o por
poderosos anuncios publicitarios, que venden lo que quieren, no lo que
conviene. `
Solo la familia sobria (no la escuela,
el cuartel o la catequesis) educa la conciencia moral del hijo, para optar, más
allá de lo que desea o atrae, lo útil y necesario. ¡Mba éicha pio la ne re entendéi
anguirú!
Educar al hijo hoy es tarea de gente
responsable. “Hacer hijos”- repetimos-, por ser simple tarea biológica, lo hace
cualquiera…el perro, gato, chancho o vaca…y da gusto loo...
Educar al hijo, es ayudar a que no caiga
o se aleje de conductas nocivas, aunque ello implique ser “kangueró” diferente
de la marea que “marea”. Es un deber que si los padres no hicimos, debemos
hacerlo con coraje…¡ahora o nunca!
Esta propuesta es antipática, pero si
queremos, puede descargar la bolsa de faltas. Los hijos nos “condenarán” por
ponerles límites, porque el remedio es amargo y desagradable, pero luego, nos
agradecerán, porque sus frutos son sabrosos.
O hacemos que nuestros hijos opten por
recto el camino, o dejamos que la gran máquina de heces,
hedonista-relativista-consumista, consuma el cerebro de nuestros jóvenes y los
haga caminar como zombies, fascinados por el reino del vyroreí.
De la familia
salen buena gente: honesta, patriota, decente. Así como badulaques, ladrones,
asesinos y corruptos…como tantos ejemplares inundan nuestra dolorida patria.
Ninguna institución y menos el Estado, educará mejor que papá y mamá.
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