domingo, 8 de diciembre de 2019

ODIO, VENGANZA o PERDÓN

 ¡SOLO PERDONA EL FUERTE!...
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En ningún caso la venganza personal es justificada. Porque de ser así, no se podría vivir en el mundo ya que, todos nos creeríamos con derecho a vengarnos de cualquiera que nos ofende. ¡Sólo el fuerte Perdona!

Curiosamente, vengarse es mucho más fácil que perdonar. Pero, es posible que lo “difícil” no lo sea tanto, si tomamos conciencia, de que quienes no perdonan a otros, cometen los mismos o peores vicios y pecados que critican. (Lc. 6,42)

Es necesario perdonar. Saber perdonar requiere de voluntad. Dice Madre Angélica: “Cristo nos pide que perdonemos, pero jamás nos ha pedido que deseemos hacerlo (…) Si esperas que aparezca en ti el instinto natural de perdonar, esperarías mucho tiempo

Se oye decir, yo perdono pero no olvido, a lo que el recordado P. Jorge Loring responde: El olvidar puede ser difícil porque no depende de nuestra voluntad. Uno puede perdonar de corazón y no poder evitar el recuerdo. ¡Sólo el fuerte Perdona!

Lo que Cristo manda no es un amor sensible, pues esto no depende de nuestra voluntad. Se trata de un amor de benevolencia, un amor desinteresado, un amor que devuelve bien por mal, que hace el bien al que nos hace daño, independientemente de nuestros sentimientos. Un amor efectivo, no afectivo (…)

El amor a nuestros enemigos que pide el Evangelio no obliga a una amistad con ellos, sino que prohíbe el odio y la venganza o el desear algún mal…Claro está que es lícito exigir la reparación de un daño recibido, pero no por odio ni por venganza, sino por deseo de justicia…utilizar medios justos para hacer justicia. (J. Loring-Para Salvarte p.388).

Es verdad que hay personas a quienes consideramos indignas de nuestro perdón, pero no se perdona porque ellos lo merecen, sino porque es un pedido de Ñande Jara, quien perdona nuestros múltiples y colosales pecados, sin que mínimamente lo merezcamos.

Verdad también es que, perdonar exige una predisposición más allá de toda lógica, pues no es lógico perdonar al ofensor: lo “lógico” en este valle de lágrimas es, devolver el mal y si es posible, con mayor intensidad e intereses, incluido. ¿Ajepa?

Es de personas con espíritu sereno y magnánimo distanciarse por un tiempo de quien lo ha ofendido, para aquilatar la dura tarea que supone perdonar, repetía Secundino Núñez. ¡Sólo el fuerte Perdona!

La oración del Padre Nuestro, es un bálsamo para sanar las dolorosas heridas del ofensor: “ha amó hapó pees conditio sine qua non; perdonar si queremos ser perdonados.

La propuesta de perdonar no es masoquismo, es una maravillosa ocasión para liberarnos a nosotros mismos de la pesada cadena del resentimiento y no para liberar de culpa a quien ofendió.

¡Pidamos na un ayudo mi mba é a la Virgencita de Caacupè! ¿Sí pa anguirú?

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