sábado, 28 de septiembre de 2013

VIRTUDES CARDINALES


¿Porqué y para qué son necesarias…?

El Catecismo nos enseña sobre la imperiosa necesidad de las virtudes en la vida del hombre. Se llaman cardinales porque son el gozne o quicio sobre el cual gira toda la vida moral del hombre; es decir, sostienen la vida moral del hombre. No se trata de habilidades o buenas costumbres en un determinado aspecto, sino que requieren de muchas otras virtudes humanas. .

Estas cuatro virtudes son como remedio a las cuatro heridas producidas en la naturaleza humana por el pecado original. Contra la ignorancia del entendimiento sale al paso la prudencia; contra la malicia de la voluntad, la justicia; contra la debilidad del apetito colérico, la fortaleza; contra el desorden de la concupiscencia, la templanza.

PRUDENCIA: Virtud infundida por Dios en el entendimiento para que sepamos escoger los medios más pertinentes y necesarios, aquí y ahora, en orden al fin último de nuestra vida, que es Dios. Abarca tres elementos: pensar con madurez, decidir con sabiduría y ejecutar bien. Los medios que tenemos para perfeccionar esta virtud son: preguntarnos siempre si lo que vamos a hacer y escoger es voluntad de Dios; purificar nuestras intenciones más íntimas para no confundir prudencia con dolo, fraude, etc.
 
JUSTICIA: Virtud infundida por Dios en la voluntad para que demos a los demás lo que les pertenece y les es debido. Abarca mis relaciones con Dios, con el prójimo y con la sociedad. La justicia es necesaria para poner orden, paz, bienestar, veracidad en todo.
Los medios para perfeccionar la justicia son: respetar el derecho de propiedad en lo que concierne a los bienes temporales y respetar la fama y la honra del prójimo.

La virtud de la justicia regula y orienta otras virtudes: a) La virtud de la religión inclina nuestra voluntad a dar a Dios el culto que le es debido; b) La virtud de la obediencia que nos inclina a someter nuestra voluntad a la de los superiores legítimos en cuanto representantes de Dios. Estos superiores son: los papás respecto a sus hijos; los gobernantes respecto a sus súbditos; los patronos respecto a sus obreros.

FORTALEZA: Es la virtud que da fuerza al alma para correr tras el bien difícil, sin detenerse por miedo, ni siquiera por el temor de la muerte. También modera la audacia para que no desemboque en temeridad. Tiene dos elementos: atacar y resistir. Atacar para conquistar metas altas en la vida, venciendo los obstáculos. Resistir el desaliento, la desesperanza y los halagos del enemigo, antes que abandonar el bien. El secreto de nuestra fortaleza se halla en, desconfianza de nosotros mismos y en la confianza absoluta en Dios.

TEMPLANZA: Virtud que modera la inclinación a los placeres sensibles de la comida, bebida, tacto, controlándola dentro de los límites de la razón. Medios: para frenar el placer desordenado del gusto, la templanza, que me dicta la abstinencia y la sobriedad; y para el placer desordenado del tacto: la castidad y la continencia. Virtudes compañeras de la templanza: humildad, que modera mi apetito de excelencia y me pone en el justo lugar; y la mansedumbre, que modera mi apetito de ira.

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