¿No somos como
el hijo mayor de la Parábola?
Tristemente muchos cristianos carnales acarrean problemas espirituales
internos. Son como el hermano mayor de la parábola hijo pródigo (Lc l5, 25-32).
Creen que todo lo hace bien. El decidió quedarse con su papá en casa. De
ninguna manera iba a malgastar la plata de su padre, en bandidaje. Pero cuando
el hermano menor regresó a casa, algunas actitudes equivocadas del hermano
mayor, que se creía «bueno», salieron a la superficie.
1º: Tuvo un sentimiento de
importancia propia pues,» okai-ró» cuando comenzó la fiesta en su casa.
No porque no le gustaba la fiesta. Le gustaba, claro que sí, por eso le reclamó
a su papá que nunca él tuvo una fiesta.
2º. Le siguió un sentimiento
de autocompasión. El hermano mayor dijo a su papá: «Tantos años te sirvo,
siempre te obedecí y nunca me has dado ni un cabrito para «farrear» con mis
amigos. Pero cuando vino este hijo tuyo, «vago y sinverguenza» que ha gastado
tu plata con prostitutas, matás el ternero más gordo y le hacés una fiesta de
la «gran siete».
En realidad, dos son los hijos pródigos. El hermano más joven
era culpable de los pecados de la carne.
(Ha-é o farrease minte, ñande estiloitépe). Mientras que el
hermano mayor era culpable de los pecados del espíritu (actitud). Cuando termina la parábola, es el
hermano mayor quien está fuera de la casa del padre. Es decir, «la ibueno veva vaichá o pytá okápe»
¿Cuántos de los que nos creemos buenos, somos como el hermano mayor?
¿No alimentamos muchas veces, actitudes de celos, autocompasión y egoísmo?. La
actitud del hermano mayor, nos enseña al menos, tres posibles defectos:
- Podemos ocupar el lugar
privilegiado de un hijo y al mismo tiempo rechazar las obligaciones de un
hermano. Exteriormente, el hermano mayor era correcto, consciente, obediente,
muy responsable. Pero su actitud era inadecuada. Además, una relación
equivocada con el hermano menor, produjo una relación tensa con su papá.
- Podemos servir al Papá fielmente y sin embargo no estar en comunión
con él. El hermano mayor no tenía ni remota idea del porqué el papá debía
alegrarse con el regreso de su hijo.
- Podemos ser heredero de todo lo que nuestro Papá tiene y sin embargo
se menos felices que alguien que no tiene absolutamente nada. Recordemos que
los criados estaban felices comiendo, riendo y bailando, es decir, se pegaron
la gran farra, mientras que el hijo mayor quedó fuera de la casa plagueándose por sus derechos.
Una actitud equivocada mantuvo al hermano mayor lejos del deseo del
corazón de su papá, del amor de su hermano y de la alegría de todos. Por eso,
estimado lector, cuando nuestra actitud comienza a andar mal, como la del
hermano mayor, recordemos dos cosas:
1º.- Nuestro privilegio: Hijo, tú siempre estás conmigo 2º.- Nuestras
posesiones: «Todas mis cosas son tuyas». Si nos tomamos un poquito de
tiempo y hacemos una lista de todos los privilegios y posesiones que tenemos en
Cristo, caeremos en la cuenta de ¡cuán ricos somos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario