domingo, 8 de septiembre de 2013

PASIONES Y VIDA MORAL


Asumidas como ¿Virtudes o Perversión?

En sí mismas, las pasiones ni son buenas ni malas. Solo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad. Las pasiones – afirma S. Tomás - se llaman voluntarias “o porque están ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no  se opone a ellas” Corresponde y pertenece al hombre el que las pasiones estén reguladas por la razón. (CIC 1767)

Los sentimientos más profundos no deciden ni la moralidad (conducta), ni la santidad de las personas. Son moralmente buenas si están ordenadas al bien, a las buenas acciones, y malas, en caso contrario. De donde se concluye que emociones y sentimientos pueden ser vividos en las virtudes, o pervertidos en los vicios.

LA CONCIENCIA MORAL. “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón. Es la ley inscripta por Dios en el corazón del hombre, para hacer el bien y evitar el mal”. (Cfr. CIC 1776).

“La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida”. (CIC 1784). “El hombre debe obedecer siempre el juicio recto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra su conciencia, se condena a sí mismo”. (CIC 1790).

Pero ¿qué pasa si la conciencia moral está afectada por la ignorancia?. Formará juicios erróneos sobre hechos consumados o proyectados.

“Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. Sucede “cuando el hombre no se ocupa de buscar la verdad  el bien, y poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega”. En estos casos la persona es culpable del mal cometido. (Cfr. CIC 1791)

Si por el contrario, la ignorancia es “invencible”, o el juicio erróneo sin responsabilidad del sujeto moral, el mal cometido por la persona no se será moralmente imputado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un desorden. Entonces será preciso trabajar para corregir la conciencia moral de sus errores. (CIC 1793)

La sana conciencia moral advierte que “hacer” y “evitar”, son opuestos. Para hacer el bien positivamente tenemos que hacer algo; esto supone capacidades y oportunidades que unas veces se dan y otras no; no siempre estamos en condiciones de hacer determinados bienes; en cambio siempre y sin contar con nadie, debemos evitar hacer daño a otros.

No es lo mismo: “no hago el mal”, que “dejar de hacer el bien”. Para dejar de hacer algo que yo estimo que está mal (o que hace daño a otros) no necesito contar más que con mi propia decisión. El bien que dejo de hacer, puede constituir mayor mal que el mal, que hago. ¡Quien pueda entender, que lo entienda!

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