Propuesta del Papa Francisco
“Al comenzar el camino de la Asamblea
Arquidiocesana pedí que nos pusiéramos en espíritu de oración, que rezáramos
mucho y que ofreciéramos alguna mortificación que acompañara la oración durante
este tiempo. Sugerí que este sacrificio podría ser el no hablar mal unos de
otros. Como soy consciente de que nos cuesta pienso que es una buena ofrenda.”
Con estas palabras, el hoy papa
Francisco, nos introduce en una profunda meditación sobre algunos escritos de
San Doroteo de Gaza, y nos orienta en el camino de la humildad y el amor
necesarios para formar verdaderas comunidades cristianas. “El espíritu de
unidad eclesial se ve dañado por la murmuración. San Agustín describía así esta
realidad: ‘Hay hombres que juzgan temerariamente, que son detractores,
chismosos, murmuradores, que se empeñan en sospechar lo que no ven, que se
empeñan en pregonar incluso lo que ni sospechan”.
“Una de las actitudes sólidas que han de formarse en el corazón de los hombres es la de acusarse a sí mismo, pues en su carencia se fundamentan los partidismos y divisiones.”
“En primer lugar, conviene desterrar toda referencia, inconsciente o cualquier actitud mojigata que presente el acusarse a sí mismo como algo pueril o propio de pusilánimes. Más bien acusarse a sí mismo supone valentía poco común para abrir la puerta a cosas desconocidas y para dejar que los otros vean más allá de mi apariencia. Es renunciar a los maquillajes, para que se manifieste la verdad.”
“En la doctrina de Doroteo de Gaza, es
el mismo demonio quien siembra la sospecha en el corazón para dividir. La
fenomenología es inversa a la de la Encarnación del Verbo: el demonio busca
dividir (por medio de la sospecha) para confundir luego; el Señor, en cambio,
se presenta Dios y Hombre, pidiendo que permanezcamos siempre unidos”.
“Al acusarse, el corazón del hombre se
abaja y es precisamente este abajamiento interior el que da eficacia a los
demás medios naturales y técnicos de entendimiento mutuo.”
“Los fariseos se auto-justificaban. El justo sólo busca la justificación de Dios, y por ello se abaja, se acusa (…) Acusarse a sí mismo es asumir el papel de reo como lo asumió el Señor cargado por nuestras culpas. El hombre se siente reo, merecedor. De ahí que San Ignacio sea tan cuidadoso en aconsejar ‘humillarse y abajarse’ a quien está en consolación, no sea que el gusto por el consuelo lo lleve a alzarse con un mérito que no le es propio.”
“Quien se acusa a sí mismo deja lugar a la misericordia de Dios; es como el publicano que no osa levantar sus ojos. Quien sabe acusarse a sí mismo es un hombre que siempre se acercará bien a los demás, como el buen samaritano.”…
“Los fariseos se auto-justificaban. El justo sólo busca la justificación de Dios, y por ello se abaja, se acusa (…) Acusarse a sí mismo es asumir el papel de reo como lo asumió el Señor cargado por nuestras culpas. El hombre se siente reo, merecedor. De ahí que San Ignacio sea tan cuidadoso en aconsejar ‘humillarse y abajarse’ a quien está en consolación, no sea que el gusto por el consuelo lo lleve a alzarse con un mérito que no le es propio.”
“Quien se acusa a sí mismo deja lugar a la misericordia de Dios; es como el publicano que no osa levantar sus ojos. Quien sabe acusarse a sí mismo es un hombre que siempre se acercará bien a los demás, como el buen samaritano.”…
La presente sugerencia suena indigesta a
la psicología posmoderna que cultúa el “yo” y rechaza la “acusación de sí
mismo”, pues considera que esta práctica es producto de baja autoestima y un
atentado contra “dignidad” del hombre. ¿Qué opina Ud. Estimado lector?
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