La libertad: una realidad
Explica el profesor: La tensión radica en “el tener libertad” y “el ser libre”, porque se tiene libertad y se es libre. Naturalmente, es más importante la dimensión del ser que la del tener.
La libertad es ante todo un modo de ser. (Político, religioso, intelectual, moral, etc.). Estas libertades no son concesiones que nos da la nación, la constitución o un gobernante; son exigencias que surgen de mi “ser libre”, regalo de Dios.
Este ser libre (estructura de libertad) es algo ilimitado, pero deben ser limitadas por las “fronteras” de la libertad del “otro” y de otras libertades.
Por ello, hay tensión entre el “Don” de la libertad y la “Tarea” de la libertad. Es una gracia humana y cristiana. Ser libres significa estar en proceso de liberación continua. Tensión entre libertad “de” y libertad “para”.
En este proceso de liberación nos vamos liberando “de” ataduras que nos impiden crecer (ignorancia, enfermedades, vicios, pecados). Caminar hacia la libertad “para” realizarnos plena y definitivamente (autotranscendencia).
La libertad -como poder de escoger- no tiene su razón de ser en sí misma. No es un valor absoluto. Hace falta saber el para qué; su finalidad; su sentido. Por eso, el autodominio y disciplina dan una intensa sensación de libertad.
La persona y solamente ella, tiene libertad que radica en su condición de persona. El hombre tiene autoconciencia, y se vuelve sobre sí mismo, se auto-posee. Y esta autoconciencia es la que le permite salirse de sí mismo, implica autodominio y responsabilidad.
Nadie es libre si no posee autodominio.
En el ámbito teológico la libertad del
creyente consiste en la firme creencia de la salvación en Cristo, porque fuera
de Él sólo hay esclavitud. Es una afirmación soteriológica. (Parte de la
Cristología que trata reflexiona sobre la acción salvífica de Cristo)
Esta es la idea central del N.T., como lo acentúa San Pablo: La existencia cristiana es vivir en libertad (Gal. 5,13 y ss) liberados del pecado que es muerte. La libertad no es libertinaje pues está supeditada a la caridad.
“La verdadera libertad consiste en hacer lo que se debe y no
precisamente lo que se quiere” reza un antiguo adagio. De ahí la paradoja de la
libertad, porque siendo un “don” hay que conquistarla permanentemente, pues
perderla es extremadamente fácil.
Karl Theodor Jaspers psiquiatra y filósofo alemán, de familia noble, que tuvo una fuerte influencia en la teología, en la psiquiatría y en la filosofía moderna, con razón dijo: “El hombre, único animal inteligente, es un animal transbiológico”.
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