El gay no nace, se hace. Lo decía el
sentido común, también lo dice la ciencia: El gen homosexual no existe, significa que el homosexual no nace, se hace.
Igual que ser alto o bajo, que te gusten los hombres o las mujeres no está explicado por un solo gen, sino por múltiples regiones del genoma y, como cualquier rasgo humano complejo, por miles factores no genéticos.
“No existe un gen gay” Es conclusión de análisis llevado a cabo en medio millón de perfiles de ADN por investigadores en Europa y Estados Unidos, que fue publicado por la revista Science, hace años.
En 1993, un estudio a 40 familias pensó haber identificado un lugar único, el gen Xq28, que define la orientación sexual. El nuevo análisis refuta este modelo simplista.
Los investigadores creen que "8 a 25%" de las diferencias de orientación sexual en la población de la prueba se deben a cambios genéticos. Esto no significa que el 25% de la orientación de una persona dependa de sus genes.
La homosexualidad no es una enfermedad. Es una práctica antinatural, una inmoralidad. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dice en los siguientes artículos:
2357… “Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida (…) No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”... “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”
2358 “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, es para la mayoría de ellos una gran prueba”.
Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios…a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades...a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas (…) a virtud de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior (…) con apoyo de una amistad desinteresada, oración y la gracia…pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
La Caridad es una virtud teologal “infundida por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna” (CIC 1813).
Debemos amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, no por corresponder al amor recibido, sino amándolo como quisiéramos ser amados nosotros.
La práctica de la caridad produce en nosotros gozo, paz y misericordia. El conocimiento de Dios sin el de nuestra miseria produce orgullo. El conocimiento de nuestra miseria sin el conocimiento de Dios produce desesperación” (Blaise Pascal).
Culmino con Carlos Díaz: “La moral no juzga el corazón de la gente, sino la acción” . "Quisiera, no preocuparme de todo esto, aunque sé que este deseo es ya una preocupación”.
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