¿Frustración del Desarrollo Personal?
Las ciudades no son sólo jungla de asfalto y de piedras, también son selvas burocráticas en la que la rivalidad de todos contra todos deviene del modo de vida habitual, pues habitamos una sociedad donde pareciera que, todos somos “sospechosos de todo”. (Antonio Cruz en “El hombre posmoderno”)
De esta manera, las RRHH se transforman en relaciones de posesión y dominio. El chantaje se utiliza como moneda de cambio. Lo importante es conseguir ventaja, aplausos o cuando menos, admiración o envidia de los demás.
El espíritu solidario y fraterno no despierta de su larga siesta. Este mundo de desencanto, en consecuencia, “obliga” al terrícola a correr a toda velocidad al “regazo de la moda”.
Así se venera a personas famosas, sin importar el buen o mal “olor”, vicio o virtud de tal celebridad. Solo importa la imagen y ésta, hace “parir” la masa de apasionados “fans” doblándose ante el ídolo.
Masa aborregada y sudorosa que “aúlla” ante cualquier dicho o gesto del famoso. El sujeto vacío cultiva sueños de fugaz gloria, constituyendo, tal vez, una especie de desahogo, gritando y gimiendo toda o parte de su desgracia.
Es el culto a la popularidad y a la apariencia; no siempre al buen gusto, a la decencia ni a lo sano.
Luego, ametrallados por los medios de información, miles de jóvenes “burbujas”, con familias cada vez más descuartizadas y sin rumbo, se identifican con los ídolos de turno, con quienes encuentran un vínculo “socio-afectivo” que les brinda cierto estatus, de las que carecen en casa, en la sociedad.
¡Pero, los ídolos se derrumban porque tienen pies de barro!.
Así la vida de muchos, es un arrastrarse ante ídolos para copiar su forma de vestir, hablar y hacer. Ahí están futbolistas que mutilan sus cuerpos con horribles tatuajes y corte de pelo. Verdadera transgresión al buen gusto y a la decencia. Pero, dirán.....es ¡cuestión de gusto…es la moda!
Un ejemplo claro pinta el Dr. Antonio Cruz: “Ahí lo tenemos al venerable difunto Michael Jackson, uno de los más famosos travestidos, pues ha sido cautivo de sus preferencias eróticas: moda, ritmo, formas lo convirtieron en un ser mutante biológico. ¿Qué fue del encanto desfigurado, frustrado y frankensteniano Michael Jackson?
Se re-hizo la cara, desrizó el pelo, aclaró la piel, se reconstruyó hasta convertirse en un famoso niño-prótesis, en un embrión de todas las formas soñadas de mutación que nos liberaría de la raza y del sexo. ¿Acaso este famoso y querido artista no es ejemplo de desdicha y fracaso terrenal...cuánta gente quiere ser como él, a pesar de su desdicha?
Este tipo de gente ya no se define por lo que “es”, sino por lo que aparenta “ser”. Prefiere ser copia, antes que original. Ya no nos queremos como somos, preferimos ser lo que no somos, y vamos de este taller en otro, tratando de “reparar-tunear” la cara, la nariz, las colas y lolas, y demás etcéteras.
Al parecer, el reino de la apariencia y del cuerpo perfecto -Vyrore-í- nos mantendrá eternamente como mendigos de esta moderna esclavitud, a menos que, urgentemente nos sacudamos de su tiranía.
Somos importantes para nuestro Creador, sólo eso importa: Lo demás es viruta. Deseo que nuestra sociedad tome conciencia de su valor como hijo de Dios, para librarnos del virus de la moda. No juzgo a nadie...cada quien es libre de hacer lo que quiera...simplemente describo una realidad. Nada más.
Somos seres transbiológicos, es decir, superamos la materia, por consiguiente, no estamos condenados a convertirnos sólo en alimentos de gusanos, al momento de vestir el último traje de madera. ¡Así sea!
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