viernes, 13 de noviembre de 2020

CONSUMISTA CONSUMIDO POR

                          “El consumo que Consume”      
Dice el DRAE: “Consumismo, tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios”.

El patrón de abundancia y comodidad -nuevos amos- de la sociedad-progre, se apoya en “tener-acumular” cosas, que “justifica” el consumir. En esta loca carreara, don consumo es ganador. Juntar y tener se da siempre de modo excesivo, define la RAE. 

El término excesivo se explica preguntando: ¿Qué tanto necesitamos lo que compramos? ¿Todo lo consumido es necesario? Lo consumido sin necesidad es exceso. Luego, decir que el consumo es enorme no es algo subjetivo: es algo objetivamente cierto.

Argumentan defensores de la sociedad de consumo: el consumo contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas y ayuda al desarrollo social. Pregunto, aporandumínte: En un redil del 90% de pobres que no pueden comprar… ¿Cómo desarrollar la sociedad? 

Todos tenemos resortes que “disparan” el deseo de tener. Incluso, los que ganan escuálido y desnutrido salario. A éste, el consumismo golpea duro: a diferencia del rico, aquel paga caro su inmoderado deseo, al comprar lo que no puede pagar. (Moto, celular, ropa, etc.)

Lo pro-consumo ignoran que no todos pueden comprar cosas, por faltar: Pirá Piré-dinero.

A entrar en la ola consumista, carretilladas de anuncios y ofertas (con un mil í retirá tu moto y sé feliz) aparecen ante la futura víctima, angustiado por deliciosas ofertas, se rinde incapaz de evitar ser “consumido por el consumo que lo consume”. “Ha upei... ho ú ma hule

Antes se compraba necesidades básicas (comida, ropa, etc.), actualmente la mayor parte de la actividad consumista tiene como objetivo satisfacer los deseos de los consumidores, que consideran necesarios los bienes que demandan.

Hace falta entender que necesidad, no es igual a deseo. El "necesito" (aikotevé) se refiere a las cosas vitales-necesarias para vivir. El deseo es aquello que “quiero-me gusta tener", aunque no sea necesidad básica. Necesito un zapato…no uno que cuesta gs. un millón. 

El desenfrenado consumo de masas corre hacia la gradual pérdida de identidad personal, porque muchas veces queremos ser igual a Julito o Rociíto, promotores de intereses morbosos y malsanos, cuando no de pornogra,fía arropada de entretenimiento familiar. 

Consideraba Kant a la trilogía de las pasiones degeneradas desde el principio: Deseo de tener, de poder y de fama, siempre que esos deseos fueran inmoderados y se conviertan en avaricia, en poderío y en soberbia. Todo tiene un límite…también el consumo.

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