domingo, 22 de noviembre de 2020

QUIEN NO VIVE PARA SERVIR...

     NO SIRVE PARA VIVIR  

Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10, 45). 

La frase célebre es atribuida a varias personas: al escritor indio Rabindranath Tagore, a Teresa de Calcuta, a San Agustín… no importa quién lo dijo.

Pero, ¿qué significa vivir para servir? De todas acciones que realizamos en la vida, sin duda, la más valiosa para toda persona, es servir a los demás. Dice Alfonso Milagro:

“Amar es condenarse a servir, porque servir es la exigencia imperiosa del amor; por eso es fácil descubrir, sin temor a engañamos, si amamos de veras o si somos falsos en nuestras protestas de amor.

Cuando uno se cansa de servir es porque se ha cansado de amar; cuando uno deja de amar es porque previamente ha dejado de servir. ¿Quieres seguir amando, aumentando tu amor?

No cejes en tu actitud de servicio; pero ten presente que si debes amar a todos, porque ése es el primer precepto de la Ley, quiere decir que has de estar disponible a servir a todos sin excepción.

No te decepcione el amor; si te decepciona, examina con sinceridad si primero tú no decepcionaste al prójimo” (Cinco minutos de Dios).

Vuestra caridad sea sin fingir…ámense los unos a los otros…con celo sin negligencias, con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor con la alegría de la esperanza… compartiendo las necesidades de los santos, practicando hospitalidad” (Rom, 12,9-13)

Amistad, amor y servicio a los demás, son realidades muy unidas. Nadie nos asegura la felicidad, pero luchamos por conseguirla, siendo personas más sinceras, leales, generosas.

Que nuestra ayuda no sea un empeño en búsqueda ansiosa de la propia excelencia. Esto acaba en una terquedad egoísta y ridícula. Mejora la persona cuando no hace buscando aplausos, sino cuando tratamos bien al prójimo.

Pensar en los demás y ayudar, sin sumisión, es un modo de superar esa boba emotividad que primero despide generosidad pero luego, encuentra razón para arrepentirse. A propósito, dice Jorge Loring:

Alguien dijo: Vivir amando. Amar sufriendo. Sufrir callando. Y siempre, sonriendo”. Y el padre Gar-Mar en su libro Sugerencias dice: Las espinas duelen cuando se pisan, no cuando se besan.

El hombre se humaniza sirviendo a los demás con amor: es lo que hizo Jesús.

La experiencia dice que no hay nada que tanto gane la simpatía para con una persona como su rectitud de conciencia: esa entereza de carácter ante la cual se estrellan todas las insinuaciones, que pretenden desviarle hacia el mal.

Quienes pretendan rebajarte, terminarán por reconocer, incluso en público, el valor de tu virtud y tu carácter. “Dale a la gente más de lo que esperan y hazlo con gusto”.

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