jueves, 23 de julio de 2020

RELATIVISMO Y DEMOCRACIA: Todo depende de.....

Teorías de la verdad
Afirma José R. Ayllón: Condición de democracia es el pluralismo, es decir, tolerancia, inclusión y respeto, que viene a reconocer los diversos caminos que la libertad sigue en su búsqueda de la verdad política.

El pluralismo es necesario para las discusiones democráticas. La realidad es compleja y no sólo autoriza sino que exige diversidad de perspectivas para abordar cabalmente su comprensión.

Si dijéramos que la verdad es convencional o  inalcanzable o inaccesible, las opiniones contrarias sólo serían expresión de intereses en conflicto, de manera que todas vendrían a valer lo mismo, porque nada…valdrían.

Y entonces imperaría el poder mbareté puro y duro, origen de violencia encubierta o no, tan presente hoy. Al contrario, la base de la democracia no es el relativismo moral. Porque el relativismo  “enano”, abaja al pluralismo.

El hecho de que tenga relevancia discutir acerca de la justicia o injusticia de una ley, supone que sabemos que existe lo justo, por más que algunas veces sea reconocido por los gurúes poder establecido y otras no.

Por eso, quien de verdad acepta el positivismo jurídico se cerraría a sí mismo, la posibilidad de participar en este tipo de debates, posteriores a la entrada en vigor de una ley.

¿No se ha construido la democracia en última instancia para garantizar unos derechos humanos proyectados, ideados como inviolables? Eso significa que un núcleo, un centro de verdad, en este caso de verdad ética, parece irrenunciable por la democracia.

El problema está en saber cómo llegar hasta ese corazón, cómo conocerlo. Según Hans Kelsen (1881-1973), la decisión corresponde al voto del pueblo, a la mayoría…y entonces propone a Poncio Pilato como ejemplo de prudencia democrática.

Pero como Pilato no sabe qué es lo justo, confía el problema a la mayoría. La mayoría liberó al asesino Barrabás y condenó al inocente, Jesús. Ahí obra como perfecto demócrata, no se apoya en valores absolutos ni en la verdad, sino en los procedimientos establecidos.

Que el resultado del juicio sea la condena de un inocente no parece inquietar a Kelsen. Si no hay más verdad que la mayoría, carece de sentido preguntar por otra distinta. La acción ética nace cuando la libertad opta entre formas de conducta, unas más valiosas que otras.

El relativismo es peligroso porque pretende jerarquizar lo subjetivo, negando cualquier supremacía real (objetiva). El relativismo hace imposible la ética, porque si queremos medir las conductas necesitamos una unidad de medida igual para todos.

Porque si el kilómetro es para Juan 1.000 metros, para José 900, y para otros 1.200, 850 o 920, entonces el kilómetro no es nada. Si la ética ha de ser criterio unificador, entonces ha de ser una en lo fundamental, no múltiple.

Igual que el pluralismo, la ética es relativa en las formas, pero no debe serlo respecto al fondo. De un recién nacido se deriva la obligación que tienen sus padres de alimentarlo y vestirlo.

Libremente eligen entre distintos alimentos y vestidos, pero la obligación es intocable. Subjetivamente pueden decidir no cumplir su obligación, pero entonces están actuando objetivamente mal.

Hay una experiencia a favor de la objetividad moral. La inmoralidad que se denuncia en la prensa y se condena en los tribunales, no sería denunciable ni condenable si tuviera carácter subjetivo, porque subjetivamente es deseada y aprobada por el ladrón o violador.

Con otras palabras: si los juicios morales sólo fueran opiniones subjetivas, todas las leyes que condenan lo inmoral podrían estar equivocadas. Y, en consecuencia, si la moralidad no se apoya en verdades, las leyes se convierten en mandatos arbitrarios del mbaretécho:

Del que tiene poder para promulgarlas y hacerlas cumplir por las buenas o por las malas. Otra experiencia cotidiana nos dice que hay acciones voluntarias que amenazan la conducta humana, que hunden a sus protagonistas:

Hospitales, tribunales de justicia, cárceles y otras reparticiones de un Estado fallido, son testigos de innumerables conductas lamentables, es decir, impropias del servidor público o particular, convertido en tiburones de largos y afilados dientes...

Ante esta evidencia, el relativismo moral hace agua y queda descalificado por los hechos. Defenderlo a pesar de sus consecuencias es una postura delincuencial.

Es urgente reconocer que en la raíz de la democracia hay absolutos morales, que no son dogmas ni imposiciones. Son criterios inteligentes, tan necesarios como el respirar.

Los encontramos en todas las legislaciones: no robar, no matar, no mentir, no abusar del trabajador... Además de estar recogidos en las leyes, estos principios absolutos se inician en el hogar. Se instruye en la escuela, en el cuartel. El ethos-conducta, se aprende en casa.

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