La pandemia, del
griego pan, todo y demos, pueblo (enfermedad que afecta hoy a todo el mundo), crea
un hecho trágico tuichá pa jepeva. Causa conflictos económicos, políticos y
sociales que ponen a prueba nuestra enclenque ética criolla.
Se perdió una excelente ocasión para demostrar,
aunque sea michími, la tan cacareada ética y pulcritud que dicen poseer los gobernantes,
luego, los gobernados, sobre lo que es bueno o malo para una comunidad.
En cambio, se pone en evidencia que detrás
de esta tragedia, ñane rekové, nuestra conducta, tácita o abiertamente, muestra
sus bases morales, esto es, la base de valores y principios que los sostienen.
Es como decía aquel sociólogo, “lejos de
ser complicadas recetas de conductas, la ética es una práctica de reflexión
individual y colectiva sobre la vida buena, es decir, sobre la vida digna de
ser vivida.
La ética es una cuestión de opciones.
Supone libertad de elección y está fundada sobre la capacidad de prever las
consecuencias de las propias acciones; capacidad de hacer juicios de valor; capacidad
de elegir entre modos de conducta…hacer bien, el bien.
“La ética es una brújula que tiene por
objetivo orientarnos “en el confuso y agitado mar de la vida, luego, al homo
sapiens, no le queda más remedio que convertirse en homo ethicus. Es
decir, no le queda más remedio que diseñar un mundo habitable”.
Pero “con frecuencia elegimos mal. Se dice
que hemos inventado la música de cámara, pero también la cámara de gas” Esto
significa que hay una ética de la música de cámara y una ética de la cámara de
gas”. (José R. Ayllón Desfile de Modelos p.19).
"Durante la pandemia, en medio del destierro interior, nuestro mundo se hizo más hostil para muchos. Quienes mandan eligieron conductas que causan dolor, inseguridad, precariedad y muerte. Optaron por actuar de acuerdo a los
intereses de la minoría, encubriéndolos como intereses de la mayoría. Mintieron, dañaron. Han elegido ser inmorales.
El Chile de la Revuelta y de la pandemia
se muestra como una sociedad fracturada éticamente, dominada por la moral de la
impunidad y del desparpajo. Nos acercamos a la desaparición de una ética
mínima, imprescindible para la convivencia... La mayoría no aceptamos la
represión masiva ni la corrupción policial (…) las manipulaciones
informativas, la miseria periodística, ni la
arrogancia…
No aceptamos la desvergüenza de la
política-espectáculo, el asistencialismo indigno, ni los acuerdos tras
bambalinas… Las minorías con poder niegan sistemáticamente estos reclamos
éticos. Justifican a los represores, apoyan a los
ineptos, callan ante los abusos, ocultan responsabilidades, avasallan, otra
vez más, a los desposeídos.
Desde nuestra
intemperie y vida dañada, los mayoritarios vamos a necesitar un buen montón de
fuerzas para diseñar y organizar un mundo éticamente habitable en medio de la
barbarie que anuncia, en plazos cortos, la gestión enloquecida de la pandemia", dice el Sociólogo Adolfo Estrella:
“Le estamos ganando al covid-19, pero
estamos perdiendo contra la corrupción”, rezaba el cartel de un manifestante de
la organización Ciudadanos Autoconvocados Comisión Escrache.
En Paraguay hay satisfacción con respecto
a los resultados de las políticas sanitarias… Al mismo tiempo, crece la
indignación por los escándalos de corrupción destapados: millonarias compras de
insumos médicos, con los fondos públicos de emergencia. (Andrés Colmán Gutiérrez 13.06.20)
¿Cuándo nos libraremos de las miserias,
entre las que reina el: ¡Ñandé ko upeichante voi…mba éiko ja japota!...mientras
nos pisotean? ¿Cuándo despertaremos de nuestra beata somnolencia?
Ya no basta babear estúpidamente al son de la polka "13 Tuyutí", ínterin seguimos perdiendo la batalla contra la gentuza del poder (los sucios y antipatriotas políticos) que nos subyugan?.
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