jueves, 2 de julio de 2020

NO EXISTE EL “DERECHO” A EQUIVOCARSE

Imágenes: Nosotros no tenemos el derecho de equivocarnos [...] 
Con harta frecuencia escuchamos decir: “Todos tenemos derecho a equivocarnos, a cometer cualquier tipo de error o tomar decisiones erróneas. ¡Somos personas y como tales nos equivocamos!

Y es verdad que nos equivocamos. Pero, es engaño que tenemos derecho a equivocarnos. Por consiguiente, la fórmula: el hombre tiene «dere­cho a equivocarse» es ignorancia; mala fe o ambas cosas, porque nadie tiene «derecho» a cometer error.

Sí, tenemos “derecho” es a ser com­prendidos por nuestras faltas, a ser aceptados con nuestros errores, a ser perdonados por nuestras estupideces, a ser reconocidos como seres que inevitablemente pecamos, setenta veces siete.

Nos equivocamos por ignorancia, sin quererlo o queriéndolo… ¡No por derecho! Quien mata a su mamá lo hace por rabia, locura, venganza, accidente…pero nunca será por “derecho”, porque, nadie tiene derecho al desatino, a la locura, al error.

Sócrates decía: “Quien pregunta si es licito pegar a la madre.. no merece explicación, sino azote”:

Una cosa es aprender de los errores para no volver a cometerlos, y otra muy diferente es decir, el error es humano, por eso tenemos derecho a equivocarnos. No falta quien diga: “equivocándote es como aprendes. No es verdad, aprendes cuando ya no te equivocas.

Se dijo: Si insistimos en la idea de que todos tienen el derecho de equivocarse, es que, definitivamente, queremos vivir en el error. Una cosa es decir que el que se equivoca de buena fe no debe ser castigado y otra, sostener que la equivocación es algo loable.

Si alguien sostuviera que Ciudad del Este es la capital de Francia, le diríamos que está equivocado, y si no lo convenciéramos, pensaríamos que anda mal de la cabeza. Nadie tiene "derecho" a equivocarse así.

Miremos la fauna política: allí, todas las opiniones se admiten para el debate y “respeta” la convivencia democrática, pero no porque todas sean correctas, sino porque una democrática mayoría, impone no siempre lo correcto para los "plebeyos".

Así se abren dos caminos: uno autoritario –se impone una mayoría que salva a los colegas de las garras de la justicia y se excomulga a la minoría-, y otro permisivo, que balbucea “abstención” o acepta los desacuerdos y los remite a votación.     

Culminará Ricardo A. Guibourg, Director de Filosofía del Derecho de la UBA diciendo: No hay, pues, derecho a equivocarse, sino dificultad para demostrar quién se equivoca. Si eso pudiera hacerse en política, las elecciones serían inútiles y la democracia, falaz.

Si pudieran demostrarlo, una dictadura tecnocrática sería la mejor forma de gobierno, así como el método empírico es el medio de hacer avanzar las ciencias.

Tal como no se nos ocurre cambiar a los médicos por curanderos, sería absurdo dar pie a proyectos políticos científicamente descabellados. Así las cosas, nadie tiene derecho a equivocarse. 

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