¿POR QUÉ MENTIMOS?
¿Por qué es harto difícil lograr que una sociedad viva en la verdad? Sabido es que la mentira en cualquiera de sus formas, es una de las principales causas de miserias, dolores, violencia, egoísmo, temor e injusticia.
Pregunta a la persona adúltera, por ejemplo, si no sufre
esos calificativos que se acaba de mencionar. Aunque no lo reconozca públicamente…en
su interior se sabe culpable.
¿Acaso algunos, comerciantes, empresarios, docentes, religiosos,
periodistas, dirigentes políticos, autoridades de los poderes del Estado:
ministros, jueces, parlamentarios, en fin, la sociedad toda no deberíamos redimirnos de este pecado? ¿Acaso en la
misma familia, trabajo, grupos de “amigos”… no se prefiere vivir en la mentira?
Así las cosas, ¿Está justificada en alguna ocasión
la mentira? No faltan quienes creen y dicen creer que, se puede justificar
una mentirita, “siempre y cuando” a nadie perjudique.
Este modo de razonar recibe eufemísticamente
el nombre de ética situacional. Explica Diane Komp, “si la
motivación es buena y tu corazón es recto, entonces el hecho de que hayas
mentido... no es nada del otro mundo”. Por ello, se dice que, en
algunos lugares, la mentira se ha convertido en la política oficial.
Pero,
realmente las mentiras piadosas no causan daño a nadie? ¿Hay ocasiones
en que esté justificado que el cristiano diga una mentira?. La mentira en su raíz,
es mala.
La Palabra de Dios condena toda clase de
mentiras. “Dios destruye a los que hablan una mentira” (Sal 5:7); Además, entre las 7 cosas que detesta el Señor, dice: "la lengua mentirosa” y “el testigo falso” por el daño que ocasiona
la mentira. (Proverbios 6:16-19)
Es una de las razones por las que Jesús
llamó a Satanás mentiroso y homicida. Sus mentiras sumieron a la humanidad en
la miseria y la muerte (cfr. Génesis 3:4, 5; Juan 8:44; Romanos 5:12).
La mentira tiene graves consecuencias: Ananías
y Safira mintieron a los apóstoles, para aparentar ser más generosos
de lo que en realidad eran. Su mentira
fue intencional y premeditada. Por eso Pedro dijo a Ananías: “No has
tratado con engaño a los hombres, sino a Dios”. Como resultado, ambos pagaron con
la muerte. (Hc 5:1-10).
Somos imagen
y semejanza de Dios, por consiguiente, vivir en la verdad nos asemeja al Creador.
Gran tarea es procurar que nuestros pensamientos, acciones, palabras, y todos nuestros
planes, se sustenten, en la rectitud, transparencia de vida, es decir, en la verdad.
Que no se diga de la gente común como nosotros:
“El
lenguaje político está diseñado para que las mentiras suenen como verdades, que el crimen parezca
respetable y para darle
consistencia a lo que es puro viento”. Dichos del escritor y periodista George Orwell, que hacía
extensiva “a todos los partidos políticos, desde los conservadores a los
anarquistas en 1946.
“En aquel tiempo dijo
Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres». (Juan 8, 31)
El pecado nos hace
esclavos; llama a otro pecado y así hasta que se hace imposible salir.
Jesús nos advierte en el evangelio que no nos hagamos esclavos del pecado, sino que como la Virgen y Abraham y tantos otros, seamos fieles a Dios, que en cada momento nos pide nuestra libre y generosa disponibilidad para cumplir su Voluntad.
Jesús nos advierte en el evangelio que no nos hagamos esclavos del pecado, sino que como la Virgen y Abraham y tantos otros, seamos fieles a Dios, que en cada momento nos pide nuestra libre y generosa disponibilidad para cumplir su Voluntad.
«La verdadera libertad es signo de la imagen
divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia
decisión (cfr Ecles. 15, 14) para que así busque espontáneamente a su Creador y,
adhiriéndose libremente a Este, alcance la plena y bienaventurada perfección» (Gaudium et Spes, n. 17)
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