¡¡RECONCILIACIÓN!!
El pecado es la una ruptura de la
amistad del hombre con su Hacedor y Señor. El mal afecta al hombre en todas
sus relaciones, con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación, porque el pecado destruye al hombre. El mal, sin embargo, no tiene la última palabra. Como
Dios perdona mis grandes faltas,también tengo que perdonar. Es lo que pedimos en la oración del "Padre
Nuestro".
Enseña el Evangelio: “Pero yo les
digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el
tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y
el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu
ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna
queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte
con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda”. (Mt 5,
22-24)
Si creo que fallaste conmigo, debo reconciliarme contigo, mediante la corrección fraterna; una de las cosas más difíciles de practicar, porque no siempre lo hacemos bien y tampoco sabemos recibirla bien. No perdonar, causa no pocos divorcios y abandono de grupos y malestar interior.
Uno puede ir a misa todos los domingos y
comulgar, pero, tal vez sea bueno preguntarse: ¿Es posible que alguna palabra o
actitud mía, voluntaria o no, haya sido motivo del enojo del otro? ¿Cómo me relación con mi familia, amigos,
compañeros de trabajo, grupo o con la gente que trabaja para mí? ¿Les trato con respeto? ¿Les pago lo
justo? ¿Pago IPS para su cobertura de salud?... etc, etc.
En general, recibir corrección nos duele y mucho, pero con el tiempo, si nos dejamos instruir,
nos trae frutos de paz y santidad (Hebreos 12, 11). Molesta ser corregido, pero todos lo
necesitamos. Por lo tanto, hace falta recibirla con humildad y gratitud,
pues corrige quien nos quiere.
Para corregir es necesario hacerlo con
amor fraterno. “El servidor del Señor no debe ser peleador. Antes bien, ha
de ser amable con todos, apto para enseñar y paciente en las dificultades. Reprende con delicadeza creyendo que Dios puede conceder al hermano la conversión y el conocimiento de la verdad, liberándolo del diablo” (2 Timoteo 2, 24-26).
Ha de corregirse solo por amor,
por el bien del otro. Luego, la corrección no ha de ser dada con dureza hiriente,
(aunque no sientas ni un poco de cariño hacia quien vas a corregir) sí, has de hacerlo con intención de ayudar. Requisito para corregir es procurar el bien del hermano.
Si quieres hacerle ver a tu
hermano que es irresponsable por no cumplir su palabra, dile - eso mismo - que es irresponsable por no cumplir su palabra. Pero si le decís: “Sos un irresponsable porque nunca luego cumplis lo que prometés... ya no
tenés solución"; así condenas el pecado
y también al pecador. No olvides que Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador.
Propósito. Si estoy distanciado de alguna persona,
tengo que dar, lo más pronto que pueda,
el primer paso para la reconciliación. (como querría yo que hicieran conmigo) “Yo Soy el que borró tus rebeliones, por
amor a mí mismo y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43, 25)
No hay comentarios:
Publicar un comentario