¡ESCÁNDALO
Y CONSUELO!
La Renovación Carismática Católica (RCC) tuvo sus orígenes cuando un grupo liderado por William Storey y Ralph Keifer, dos profesores laicos de la Universidad de Duquesne, en Estados Unidos, decidieron orar y pedir el bautismo en el Espíritu Santo.
En efecto, el fin de semana del 17 al 19
de febrero de 1967, una veintena de estudiantes católicos, fueron de
convivencia a la casa de retiros "El Arca y la Paloma". Allí rezaron
pidiendo al Espíritu Santo para que transformase sus vidas.
Comenzaron una fiesta de cumpleaños,
pero poco después, curiosamente, cada uno por cuenta propia acudía a la
capilla y allí no podían dejar de rezar. Unos alababan a Dios en voz alta,
otros bailaban gozosos, el resto lloraba de alegría. Algunos cayeron como
fulminados ante el Sagrario. Estaban contentos, aunque no lo sabían explicar.
Por influencia de dos
jóvenes del Cursillo de Cristiandad, Ralph
Martin y Stephen B. Clark, leyeron un libro
pentecostal llamado “La Cruz y El
Puñal” en donde el pastor David
Wilkerson ejerció su ministerio entre jóvenes drogadictos,
animándolos a dejar las drogas y violencia pandillera en la que estaban
involucrados.
Esta nueva Corriente de Gracia llamó la
atención de la Iglesia y los líderes del movimiento fueron recibidos por el Papa Pablo VI
en 1975, así como por Juan Pablo II varias veces. Además, distintas conferencias episcopales de varios países, han escrito cartas pastorales animando
y apoyando al Movimiento.
La Renovación Católica
Carismática no tiene un fundador o grupo de fundadores como muchos otros
movimientos. El común denominador de esta Gracia en movimiento es el “Bautismo en el Espíritu
Santo”. Este derramamiento del Espíritu en una forma nueva y poderosa, que
transforma vidas. Se inicia -generalmente- con un retiro o seminario denominado “Vida en el
Espíritu Santo”.
En 1969 se celebró un encuentro con 500
representantes de grupos católicos de oración que nacían espontáneamente,
sin planificación ni organización centralizada. En 1970 había 200 grupos
en EEUU; en 1972 se contaban 12.000 carismáticos católicos en el país. Y en
1973 se hablaba de 1.200 grupos y 200.000 carismáticos.
La chispa saltó de EEUU a Francia y a
América Latina. De México y Colombia, a través de un matrimonio misionero laico que llegó a Barcelona en 1973, y enseguida a Madrid, donde había un grupo
“contagiado” por americanos de la base de Torrejón de Ardoz.
Sin embargo, muchos sacerdotes y obispos
la recibieron con frialdad, desinterés o incluso con hostilidad. Para la
jerarquía más interesada en los temas sociales, los carismáticos eran
demasiado místicos, desencarnados o conservadores.
Pero para la jerarquía más conservadora,
los carismáticos, con su música, sus maneras exageradas y desinhibidas, además,
“todo ese alboroto”, eran demasiado desordenados, impredecibles y hasta
“peligrosos”.
Uno de ellos era un el Padre Jorge Mario
Bergoglio. Lo explicó así en 2015 en
el III retiro mundial de sacerdotes: “Cuando yo comencé a conocer el movimiento
carismático, esta corriente de gracia, era curita joven. Y me daba mucha
rabia, mucha rabia… me parecía que todos tenían algo mal en la cabeza.
Y una vez en un sermón, hablando del
Espíritu Santo, dije que hoy día algunos cristianos convierten el Espíritu
Santo en una escola do samba. Pasaron
los años y me di cuenta cuán equivocado estaba: una gracia, ¡una gracia!”.
El papa Francisco, en ese encuentro
exhortó: “Les pido a todos y cada uno que, como parte de la corriente de gracia
de la Renovación Carismática, organicen seminarios de vida en el Espíritu
en sus parroquias, seminarios, escuelas, en los barrios, para compartir el
bautismo en el Espíritu. En la catequesis para que se produzca, por obra del
Espíritu Santo, el encuentro personal con Jesús que nos cambia la vida”. ¡Qué lección nos da el Papa Francisco!
La Renovación cuenta con un despacho en
Roma para facilitar la coordinación entre el Papa y la curia, llamado ICCRS (Servicios
Internacionales de Renovación Carismática Católica), aunque millones de
carismáticos no saben ni que existe.
Conclusión: Como cristianos estamos sujetos a burlas y calumnias. El enemigo se
encarga de usar todo tipo de personas, incluso, ataques de hermanos en la fe
para hacernos la guerra y quitarnos la paz. Estos son los quienes más más provocan decepción y dolor, porque
no se espera peores insultos y difamaciones de los que se dicen cristianos, y
hasta se consideran los mejores.
A pesar de todo, la
Renovación está presente en 238 países y ha tocado las vidas de entre 100 y 130
millones de católicos.
El divino Maestro dice que perdonemos y que oremos por quienes nos ultrajan y golpean, aun cuando no es
fácil perdonar, y amar a quienes nos persiguen y buscan dañarnos. Por eso decimos: Jesús,
enséñanos a perdonar, así como dijiste en la Cruz: Padre perdónalos, pues no
saben lo que hacen. Basta de sectarismos.
“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros…como yo lo he amado” (Juan 13:34)
“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros…como yo lo he amado” (Juan 13:34)
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