¡¡URGENTE
NECESIDAD!!
Sabido es que la sociedad actual está
moralmente muy enferma. La violencia matonil, mentira, inmoralidad y corrupción
(mbarete, pokare) entre otras, son las peores plagas que azotan a la sociedad
actual.
Esta realidad se cumple a través de la
manifestación del “hombre de pecado” advertido ya por San Pablo en 2ª Timoteo 3:1-6, que dice: “También debes saber que en los tiempos
últimos vendrán días difíciles. Los
hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y vanidosos. Hablarán en
contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la
religión. No
tendrán cariño ni compasión, serán chismosos, no podrán dominar sus pasiones,
serán crueles y enemigos de todo lo bueno.
Serán traidores
y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez
de buscar a Dios. Aparentarán
ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la
religión. No tengas nada que ver con esa clase de gente. Porque a ellos pertenecen
esos que se meten en las casas y engañan a débiles mujeres cargadas de pecado
que, arrastradas por toda clase de deseos, están siempre aprendiendo pero jamás llegan a
comprender la verdad”
¿Qué moral domina hoy al terrícola
posmoderno y tecnológico, falsamente libre? ¿Cuáles son los males que hoy nos
aquejan? Violencia, drogas, sexo y engaño. Por algo comparó Jesús los últimos
tiempos de su Segunda Venida, con la generación de Noé, en donde todos pensaban
en comer, beber, divertirse y vivir en orgías, hasta que vino el diluvio y
acabó con todos. (Mt 24:37-39)
Un gran mal hoy es el salvaje
materialismo que devora al hombre consumista
consumido por el consumo que lo consume, dirá Carlos Díaz. La corrupción
y el engaño no quedan rezagados. Son parte del sistema, y no acceder a ello es
tanto como “si no estás conmigo, estás contra mí” y luego la persecución.
La corrupción y el engaño son parte del
sistema, y no acceder a ella genera rechazo, e incluso persecución. El lenguaje
soez, chabacano y obsceno, las modas – cuando más descabelladas y de mal gusto,
mejor - los ruidos y movimientos perrunos, el amor libre, la pornografía, la
ausencia de sana relación humana, el irrespeto a la vida y a Dios, son normas
de conducta establecida en nuestra moderna y sodomítica sociedad.
La “filosofía de la prosperidad” ha
fabricado nuevos ricos por atajos del enriquecimiento inmoral y ¡escapulario al
cuello!. ¿Cuántos empresarios cristianos –más
empresarios que cristianos– deben redimirse de este pecado? ¿Cuántos de
ellos predican y “pintan” como honestos dirigentes de este o aquel movimiento
eclesial, mientras ostentan riqueza a costa de sudor y lágrimas sus empleados plebeyos?
La política y la confianza en la
democracia están por el suelo debido a escándalos de corrupción imperante, los
cuales, a costilla de los pobres, han enriquecido a políticos corruptos, que
abundan aquí y allá. La realidad que se hace dolorosamente palpable.
¿Qué somos para el sistema imperante? Un
número, un engranaje, un objeto sin valor humano, pero si con valor comercial,
porque tanto tienes, tanto vales. Somos gigantes en lo tecnológico, pero
pigmeos en valores morales y espirituales, dirá
Secundino. Núñez.
Trasformar la sociedad de hoy no se
puede hacer tomando cerveza en casa, hay que trabajarse la calle, el campo, la
oficina, el taller, la escuela, el yo, el tú y el nosotros…”hacer política” es
participar en el bien común, regenerar lo de-generado, tratar de ajustar lo
desajustado, poner justicia donde hay injusticia.. (cfr. C. Díaz - El hombre
animal no fijado p. 37)
Es urgente una metamorfosis o
transformación que Dios espera de cada uno de nosotros: caridad con nuestro
próximo, oración y penitencia por nuestras culpas, austeridad de vida, mayor
compromiso con nuestras obligaciones y apostolado, es decir, querer santidad de
vida, tal como se nos pide. (Mateo 5,
48)
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