¿ES POSIBLE
EL ANSIADO CAMBIO?
Los meteóricos y
sorpresivos cambios y recambios de candidatos para las próximas elecciones
generales del país -de ésta y aquella carpa- llama nuestra atención, más que
los gastados proyectos políticos y promesas de mejorar la salud, educación y seguridad.
Los mencionados proyectos
son importantes y urgentes. Luego, las tareas que gestionarán en los próximos años
nos afectan a todos. Y a pesar de tantas dolencias y necesidades con que desde
hace rato nos golpean, renovamos esperanzas de que ésta vez, empezaremos a
reducir nuestras calamidades… de vieja data.
Pero, resulta
que…pensando un poquito, nos aguijonea ciertas preguntas: este o aquel
candidato ¿despierta confianza en el elector no cautivo?. ¿Mostraron en su vida
personal, profesional y pública testimonio para llevar a cabo acciones de
talla? ¿Cómo elegir senadores y
diputados -muchos de ellos indeseables- mimetizados en listas sábanas?
En aula ya nos decía
Secundino Núñez: “Resulta algo más fácil
discernir y elegir entre los candidatos presidenciales que más o menos resultan
conocidos, porque los hemos visto y oído una que otra vez…
Necesitamos, en efecto, de una profunda metamorfosis, es decir, de un vasto cambio, espiritual, moral, social y político. Hay que mudar de casa. Hay que cambiar desde sus raíces al Paraguay de ahora; y reconstruir o construir la patria soñada, patria de fraternidad, justicia, trabajo y paz…
Y no digamos ligeramente que nuestra tierra no alberga hombres de tanta altura para una empresa de tanta mole. Hombres hay y muy laboriosos en los surcos de nuestra historia presente; y mucho más aún en los soterraños de la conciencia nacional. Pero tienen que despertar al urgente llamado de la historia, y unirse sólidamente para ser eficaces y alcanzar victoria. (Abc 13.11.07).
Una pregunta muy común:
¿Por qué gente moralmente sana no se involucra en la política, si todos saben
que para que la política cambie, los
buenos tienen que involucrase en ella? Según los Papas del siglo XX: «La política es la forma más alta
de caridad»
Es que no pocos dicen que
la “política es sucia y difícil por tanta corrupción, pero si se mete gente que
no robe, planilleros, amantes, etc., las cosas son diferentes” Entonces, en vez
de lamentar tanta podredumbre, ¿por qué no se involucran? Si no somos parte de la
solución...somos parte del problema, se suele decir...
“El precio de
desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”
Es saludable recodar estas sabias frases de Platón. El precio que
pagamos por nuestra indiferencia es demasiado grande.
Dice el P. Jordi Rivero: “Los católicos
debemos participar en la política como ciudadanos responsables, por el
bien de todos. La solución a la corrupción no es abandonar la política sino
participar en ella con principios cristianos. Jesús nos dijo que somos sal y
luz del mundo… La sal preserva de la corrupción, la luz permite que se vea la
verdad.
Es necesario formarse en la fe y la
doctrina social de la Iglesia para
discernir sin dejarse seducir por las pasiones y las mentiras que se presentan
en las campañas electorales. (Cf. Gaudium es Spes, 43).
Es sorprendente cómo la
propaganda de los medios engaña a la gente, cómo creemos las cosas solo porque
se repiten. Debemos examinar objetivamente cómo los candidatos han actuado en
el pasado.
Solo así, será posible el ansiado cambio, pero sabiendo que “un compromiso
de este tamaño, solo madura a fuego lento y con fuertes dolores de parto”,
dirá el recordado maestro Secundino Núñez.
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