¡Feliz culpa!
En un mundo cristiano-pagano – cfr. C.
Díaz, Corriente Arriba p.90 - donde habitualmente la universal prostituta del
dinero abre las piernas, ¿cómo llevar a cabo con seriedad los grandes desafíos
del cristianismo?. La profecía de Ezequiel (18, 21-28) nos alimenta de
esperanza y consuelo, hoy, viernes I de Cuaresma, y dice así:
“Si el malvado se convierte de todos los
pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la
justicia, seguramente vivirá, y no morirá. Ninguna de las ofensas que haya
cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá.
¿Acaso deseo yo la muerte del pecador
(..) y no que se convierta de su mala conducta y viva?. Pero si el justo (…)
comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso
vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada (…)
Cuando el justo se aparta de su
justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido. Y cuando el
malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la
justicia, el mismo preserva su vida. (…)
Lo antedicho, debería ayudar a examinarnos sobre la responsabilidad de nuestras acciones. La buena noticia es que, si nos
arrepentimos e iniciamos, el proceso de conversión, ya tenemos ganado el
favor de la misericordia de Dios. ¿No hizo lo mismo el “buen” ladrón momentos
antes de morir? ¡Qué felicidad experimentó Dimas, quien vivió como un malo y
murió como un santo!
Pero, la escritura también deja una
advertencia para quienes "viven" o dicen "vivir rectamente", y por ello, creen
tener asegurada la victoria. Mejor estar alerta para no caer en la cómoda
trampa del “quedarse dormido sobre los laureles”, cuando llegue, según sea el
caso, la feliz o terrible hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario