Fruto de la Corrupción
El domingo 1 de diciembre de 2002,
diario ABC color p. 12, Ilde Silvero escribía este artículo que parcialmente
transcribo: “Los niños que mueren de desnutrición no aparecen por casualidad,
salidos de la nada como tragedias inevitables de la vida (…)
“Los
niños que mueren de hambre son frutos de una grave injusticia social, la cual,
a su vez, es consecuencia directa de la corrupción y el latrocinio de los
políticos que desgobiernan el país.
¿Por
qué el Estado no cumple su rol de asistencia social? Porque carece de los
fondos necesarios, pues gran parte de la plata que recauda se desliza a
bolsillo particulares de los gobernantes
y la parte remanente es absorbida por los salarios de los funcionarios públicos.
¿Por
qué hay gente sin trabajo, sin posibilidad de tener un ingreso mensual? En
parte, como consecuencia de problemas estructurales del comercio mundial. Pero,
gran parte de la culpa la tienen nuestros políticos que, por un lado, adoptan
medidas que constriñen o castigan la producción nacional y, por otro lado, las
autoridades aduaneras y comerciantes inescrupulosos promueven el tráfico ilegal
de mercaderías (…..)
Las
autoridades que se embolsan los escasos fondos del Estado que, en principio,
debieran respaldar las acciones de educación, salud pública y nutrición, y los
funcionarios públicos aliados con los empresarios corruptos que se enriquecen
ilegalmente con el contrabando, son las dos fuentes directas de la miseria,
hambre y desesperación en las clases populares.
Lo
niños desnutridos, que se van consumiendo de a poco y que finalmente mueren o
sobreviven con daños cerebrales y corporales
irreparables, constituyen una bofetada a un sistema social y político
injusto y violador de los derechos humanos fundamentales”.
Esta realidad es mucho más antigua que
la fecha señalada al comienzo. La pregunta es: ¿Existe alguna diferencia entre el
ayer y el hoy? No pocas voces dicen: estamos peor.
Ante este
desolador cuadro, quizá sea pertinente cuestionarnos: ¿qué responsabilidad
tenemos cada uno en este desorden establecido? Y ¿qué podemos hacer para ayudar
a revertir esta enana existencia?. Quizá un soplo de patriotismo logre sacudirnos
del limbo de nuestra beata somnolencia. ¡Que el nuevo rumbo rumbée por sanos rumbos!
Hemos sido dotados de inteligencia,
libertad y voluntad. Utilicemos estas cualidades y pongamos todo de nosotros para
contrapesar nuestra enclenque existencia. Podemos, si queremos, porque la
podredumbre social que nos envuelve no
tiene la última palabra.
Hagamos nuestra
parte….de lo contrario, no nos quedará más remedio que otorgar razón al
contradictorio adagio que la sabiduría popular ha acuñado:
¡¡¡ O progresá
la atraso chamigo!!!
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