martes, 18 de marzo de 2014

DESNUTRICIÓN Y MUERTE,

Fruto de la Corrupción

El domingo 1 de diciembre de 2002, diario ABC color p. 12, Ilde Silvero escribía este artículo que parcialmente transcribo: “Los niños que mueren de desnutrición no aparecen por casualidad, salidos de la nada como tragedias inevitables de la vida (…)

Los niños que mueren de hambre son frutos de una grave injusticia social, la cual, a su vez, es consecuencia directa de la corrupción y el latrocinio de los políticos que desgobiernan el país.

¿Por qué el Estado no cumple su rol de asistencia social? Porque carece de los fondos necesarios, pues gran parte de la plata que recauda se desliza a bolsillo  particulares de los gobernantes y la parte remanente es absorbida por los salarios de los funcionarios públicos.

¿Por qué hay gente sin trabajo, sin posibilidad de tener un ingreso mensual? En parte, como consecuencia de problemas estructurales del comercio mundial. Pero, gran parte de la culpa la tienen nuestros políticos que, por un lado, adoptan medidas que constriñen o castigan la producción nacional y, por otro lado, las autoridades aduaneras y comerciantes inescrupulosos promueven el tráfico ilegal de mercaderías  (…..)

Las autoridades que se embolsan los escasos fondos del Estado que, en principio, debieran respaldar las acciones de educación, salud pública y nutrición, y los funcionarios públicos aliados con los empresarios corruptos que se enriquecen ilegalmente con el contrabando, son las dos fuentes directas de la miseria, hambre y desesperación en las clases populares.

Lo niños desnutridos, que se van consumiendo de a poco y que finalmente mueren o sobreviven con daños cerebrales y corporales  irreparables, constituyen una bofetada a un sistema social y político injusto y violador de los derechos humanos fundamentales”.

Esta realidad es mucho más antigua que la fecha señalada al comienzo. La pregunta es: ¿Existe alguna diferencia entre el ayer y el hoy? No pocas voces dicen: estamos peor.

Ante este desolador cuadro, quizá sea pertinente cuestionarnos: ¿qué responsabilidad tenemos cada uno en este desorden establecido? Y ¿qué podemos hacer para ayudar a revertir esta enana existencia?. Quizá un soplo de patriotismo logre sacudirnos del limbo de nuestra beata somnolencia. ¡Que el nuevo rumbo rumbée por sanos rumbos!

Hemos sido dotados de inteligencia, libertad y voluntad. Utilicemos estas cualidades y pongamos todo de nosotros para contrapesar nuestra enclenque existencia. Podemos, si queremos, porque la podredumbre social que nos envuelve no tiene la última palabra.

Hagamos nuestra parte….de lo contrario, no nos quedará más remedio que otorgar razón al contradictorio adagio que la sabiduría popular ha acuñado:

¡¡¡ O progresá la atraso chamigo!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario