viernes, 21 de marzo de 2014

PERSONALISMO COMUNITARIO



Inspiración del Amor Evangélico

Emmanuel Mounier, fundador del Personalismo Comunitario definía al personalismo no como un sistema cerrado, sino como “perspectiva, método, exigencias”. El Personalismo “no es una filosofía para el domingo por la tarde”. Quiere ser expresión viva y encarnada de las angustias y esperanzas de los hombres. ¿No es acaso  un deseo cristiano?

Xavier García, seguidor de Mounier escribe: “El valor fundamental de la humanidad es la persona humana, y es positivo todo cuanto tiende a desarrollar su personalidad, basada en su dignidad y su libertad, en la justicia y en la verdad”. ¿No es acaso, un imperativo cristiano?

Es negativo todo mito (estado, raza, prestigio nacional, partido, clan, riqueza, casta, imperio) que para someterse necesita víctimas humanas, sacrificándoles a veces la vida física, o su dignidad, o su libertad, o sus posibilidades de perfeccionarse

En el Manifiesto al Servicio del Personalismo de Mounier, que está centrado en la defensa de hombre a imagen de Dios, frente a los totalitarismos de uno y otro signo, y desde la perspectiva de la lucha liberadora se lee:

Una intuición imprescindible es la del primado de lo personal: Ninguna persona humana es más persona humana que otra. De hombre a hombre va cero (es decir, es igual). El recién nacido es tan persona humana (ni más ni menos) como el Premio Nobel cargado de años y honores”.

Por encima de cualidades que caracteriza a cada persona (inteligencia, salud habilidad, bondad o de sentido artístico) está el ser persona humana, aunque sea un loco (Guillermo Rovirosa). El sabio, el recién nacido, y el que ha de nacer, todos han sido concebidos como hijos de Dios.

La sustitución de la primacía del dinero por la primacía de la persona (lo que no es una frase hecha la imprenta, sino – insistimos – para la vida) exige un cambio en la mentalidad de la colectividad y del individuo: La metanóesis, el cambio del corazón del propio corazón. Con su peculiar lenguaje repite Rovirosa: <Que nadie se haga ilusiones de implantar la Justicia en el mundo, si antes no ha implantado la “Justicia de la Virgen” en su corazón>.

En este tiempo en que la persona ha sido devaluada como “una cosa más entre tantas cosas”, es oportuna la enseñanza leída en <Intensamente, Cotidianamente> p. 262-263 de Carlos Díaz, y lo es más aún, en tiempo de Cuaresma, para iniciar una Revolución Personal, que Mounier llama al proceso que nace en el instante de una toma de conciencia revolucionaria, de una rebelión dirigida en primer lugar por cada uno contra sí mismo, sobre su participación o su propia complacencia en el desorden establecido.

Si nuestro esfuerzo logra alguna victoria cuaresmal – por muy pequeña que sea - podremos decir honesta y libremente, ¡Felices Pascuas, el domingo de Resurrección!.


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