¿Qué es?
No suele ser fácil abordar en aula, uno
de los elementos constitutivos o rasgos más característicos de la persona, como
es la Autoconciencia.
La ciencia – afirma José Ramón Ayllón en “Desfile de Modelos” p. 16 al 18 –
nos dice que en el mundo solo existen partículas físicas carentes de conciencia
y de intención. Pero los hombres formamos parte de ese mundo, y a la vez, somos
seres conscientes y libres.
El más
importante rasgo de nuestra constitución es la:
-Autoconciencia. Que no es sino un conocimiento reflejo, una capacidad que el hombre tiene de
conocerse a sí mismo. Él sabe que él es él. Es agente y autora de sus actos. No
solamente sabe, sino además, Sabe que sabe.
- Intencionalidad. Es la
capacidad que posee el hombre de “salir de sí mismo” y dirigir su intelecto y
su voluntad hacia otros objetos, exteriores a él. ¿Puede solo el cuerpo físico
desarrollar esta capacidad?
- Subjetividad de los estados
mentales. Yo puedo pensar, creer o negar algo que para mí es real o no, verdad
o no. Puedo pensar sin que nadie sepa que pienso y, mucho menos qué pienso. Tampoco, el otro puede
saber, qué siento. La subjetividad
se presentar como un acto vedado para el conocimiento científico (cfr. P.18)
- Causalidad mental. Nuestro pensamiento
incide sobre la realidad física: cuando decido estirar el brazo y acercar la
silla, brazo y silla responden a mi deseo (…). Aunque la fuerza de gravedad nos
ata a la tierra, la inteligencia nos desata constantemente.
B. Pascal lo explica de esta manera:
Apenas conocemos lo que es un cuerpo vivo; menos aún lo que es espíritu; y no
tenemos la menor idea de cómo pueden unirse ambas incógnitas formando un solo
ser, aunque eso somos los hombres.
El hombre y el mono tienen una
diferencia genética mínima: no llega al 2%. En cambio, la diferencia existencia
es un abismo. Salvar esa diferencia representaba mucho más que bajar del árbol.
El salto no era de la rama al suelo, sino, a la conquista del mundo. Fue tarea
de la inteligencia. Así culmina parte de la excelente enseñanza de Ayllón.
Entonces, me asaltan estas preguntas:
Por qué en esta era de pujante tecnología y progreso, el hombre todavía vive
por debajo de su existencia?. ¿Por qué el pobre
hombre posmoderno - en miles de circunstancias – no es diferente de un mono
con pantalones…recién bajado del árbol?
No hay comentarios:
Publicar un comentario