-¡No me gusta ni me interesa la política ni la religión….me asquean!…ladró Goyín.
El amigo lo escuchó. Luego con sublime paciencia preguntó: ¿Por qué?
-Con ironía dijo: “parece que vivís en otro planeta mba´é”. En la mayoría de los países los políticos son una mie... manga de ladrones, agresivos analfabetos (tavý). Me dan ganas de vomitar cuando escucho a inmorales parlanchines decir… ¡disculpe que lo mencione!
-No me gusta la política. Voto, por ser un deber ciudadano. Los gobiernos corruptos “son fábrica de nuevos ricos”. ¿Acaso no conocés a parias (mboriahú chapi), convertidos en nuevos ricos al dejar la función pública?... ¿Qué me respondés? desafío airado Goyín.
El amigo lo miró y dijo: Tu ira se justifica…salvo en un punto. ¿Cuál?... requirió Goyín.
Te cuento lo que nos dijo el maestro S. Núñez en aquel curso de verano:
“Política proviene del griego polis-ciudad. Entonces, el rol del político, es luchar por el bien común. Por eso, algunos papas decían: “La política es el más alto grado de la caridad a favor del prójimo”
La política no es simple técnica, ni habilidad mecánica. Es obra lenta, de prudencia dilatada y difícil. No es cosa de soplar y hacer botella.
La política no se recupera ni se regenera con relevo de hombres que llegan al poder desde la misma matriz social y cultural en que vegetan.
Es la tragedia de las democracias hoy: querer practicar una política de altura sin valores y sin hombres adecuados.
Es necesario poner buen juicio y virtud en la gran empresa de regenerar la patria. En primer lugar, es necesario que todo el pueblo se incorpore, y que cada uno colabore con afán, a su modo.
No deleguemos la tarea política de recuperar la república a los dirigentes partidarios.
Y recordemos otra vez, que en los momentos de crisis, cuando la patria está en peligro, cada ciudadano es hombre público. ¡Tenemos que involucrarnos!
Esos principios y valores hay que plantar en la conciencia cívica. No basta ponerlos en papel y firmar. La conciencia humana, es lento proceso; es un hecho vital; no es un acontecer mecánico.
Esto hace que su formación y maduración no son resultado de leyes, decretos y edictos policiales. La libertad de la conciencia siempre se muestra rebelde frente a todo magíster dixit o “pa íma niko he´í”.
Entonces, Goyín, la política no es ni mala ni sucia. Todo lo contrario: es poner en marcha la caridad al prójimo. Malos son los políticos que mienten y traicionan las esperanzas de la gente.
El patriota se involucra cuando se atenta contra el bien común, contra el respeto a los demás, contra los prepotentes mbareté-pokaré que compadrean con la delincuencia, por acción o inacción...
Son quienes sufren de buenismo, eufemismo de cobardía disfrazada.
Política bien entendida es: ¡HACER BIEN, EL BIEN!
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