viernes, 4 de diciembre de 2020

¡3 FILTROS DE SÓCRATES!

 

Sócrates es famoso por su sabiduría y por el gran respeto que prodigaba a todos.  

Los tres filtros de Sócrates se refieren a una anécdota muy conocida. Ésta es gran lección de vida, que se aplica a aquellos casos donde prevalece el se dice que, “me dijeron,upeicha o je´é 

El cuento: En una ocasión uno de los discípulos de Sócrates muy agitado y le dijo al maestro que se había encontrado con uno de sus amigos y que este le había hablado de Sócrates con “gran malevolencia”. Sócrates le dijo: ¡calma!…espera un minuto. 

Como era su costumbre, el sabio griego le preguntó a su ansioso discípulo. Porque, antes de escuchar lo que tenía para contarle, el mensaje debía pasar por tres filtros necesarios. Si no los superaba, la noticia no era digna de ser escuchado. 

- “¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es verdad?” 

El discípulo pensó un momento y dijo: En realidad, no estoy seguro de si lo que escuché, es verdad.

- “Entonces no sabes si todo es verdad o no”, preguntó Sócrates. El amigo admitió que no.

Luego el maestro hizo una segunda pregunta: “¿Lo que vas a decirme es bueno o no?” 

El discípulo contestó que, por supuesto, no era nada bueno. Todo lo contrario. Lo que tenía que contarle eran cosas que, a su juicio, le causarían malestar y aflicción. 

Sócrates insistió: “¿Vas a decirme algo malo, pero no estás totalmente seguro de que sea cierto?”. El discípulo admitió que así era. 

Entonces, el maestro plantea una tercera pregunta: “¿Es útil lo que tienes que decirme?” 

El discípulo dudó. En realidad no sabía si esa información sería de utilidad o no. Quizás solo lo alejaría de ese amigo, pero teniendo en cuenta que no sabía si era verdad, bueno ni útil, decidió no seguir con el “es lo que escuché, me dijeron, dice que". 

¿Por qué, alguien dice algo que no sabe si es cierto, ni bueno, ni útil? 

Verdadbondadutilidad son los tres filtros de Sócrates. Estas preguntas hemos de hacernos antes de decir algo: ¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es cierto?; ¿es bueno?; ¿Es útil o necesario decir? 

Y, preguntar una y otra vez: ¿Me consta? ¿Puedo probarlo? ¿Estoy dispuesto a jugar mi honor por esto? ¿Beneficia o hace sentir mejor al otro, a mí mismo? 

¿Mejorará la relación con los otros? Al escuchar o contar el mensaje, ¿mejorará la vida de uno o del otro? ¿Daña el saber o el no saber? 

Dice al refrán: ¡Somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras!

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