La oración del Padre
Nuestro – dice santo Tomás de Aquino - ocupa el primer lugar entre las
demás oraciones, porque reúne las cinco cualidades que se requieren en una plegaria. La oración debe ser: Segura,
Recta, Ordenada, Devota y Humilde.
- Segura, para que con toda
confianza acudamos al trono de la gracia. “Tienen que pedir con fe sin, sin
dudar nada…” (Santiago 1,6) El Padre Nuestro es una oración
segurísima porque enseñó Jesucristo en quien están encerrados todos los
tesoros de la sabiduría y de la ciencia” (Col. 2, 3).
- Recta,
para pedir lo que nos convenga. Según enseña san Damasceno, la oración es “pedir
a Dios las cosas que nos convienen y que son decorosas” La razón por la
que no siempre obtenemos respuesta, es precisamente por pedir lo que no nos conviene. “Y si piden y no reciben
es porque lo piden mal, pues lo quieren para gastarlo en sus placeres” (Santiago 4,3).
- Ordenada,
lo mismo que el deseo, porque en la oración se revela nuestra voluntad. Si en
nuestra oración y en nuestros deseos, colocamos lo carnal detrás de lo
espiritual, y lo terreno, detrás de lo celestial, se da el orden requerido. Por ello escrito
está: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia; y todo lo demás se dará
por añadidura” (Mt. 6, 33)
- Devota. La oración debe
ser devota, pues el fervor de la devoción, es agradable a Dios. Al respecto
dice el Salmo: “Hacia ti levantaré mi manos….quedaré muy satisfecho, como el que
disfruta de un banquete delicioso, y mis labios te alabarán con alegría”
Muchas veces la devoción
se pierde a causa de mucho hablar. Por eso el Señor nos dice: “Y al
orar no repitan palabras inútiles, como hacen los paganos…”. Por otra parte, la
devoción nace del amor a Dios a quien llamamos Padre, y al prójimo, a quien tenemos
en cuenta cuando pedimos perdón por nuestras culpas… así como perdonamos a los
demás.
- Humilde. El Salmo 102,1
dice: “Atenderás las súplicas del desamparado y no rechazarás su oración”. Esto
mismo lo leemos en referencia a la oración del fariseo y el publicano.
(Lc 18, 10-14).
En el A.T. se
lee: “Porque tu poder no depende del número ni del valor de los hombres. Tú
eres el Dios de los oprimidos, protector de los humillados, defensor de los
abandonados, el salvador de los que no tienen esperanzas” (Judit
9, 11). Añadimos que la oración
produce al menos tres bienes:
1)
Remedio eficaz y útil contra los males. Ejemplo, el ladrón que oró en la cruz y
Jesús le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23, 43).
2) La oración es útil y eficaz para conseguir lo que deseamos.
“Por eso les digo, todo lo que pidan en oración, crean que ya lo han conseguido
y lo recibirán (Mc 11,24). “Conviene orar con perseverancia sin
desanimarse. (Lc. 18,1).
3) La oración es útil porque nos hace familia con Dios. El salmista dice: "Suba
mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de
la tarde" (Salmo 141,2). Afirma san Pablo: somos el buen perfume de Cristo, "olor de vida que lleva a la vida"
(2 Cor. 2,15).
¡Cuánto más perfumada estaría la Iglesia si orásemos más, y si
orásemos con la conciencia de que nuestra oración es muy agradable a Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario