jueves, 24 de julio de 2014

¡UN PARAGUAY y otro ANTI-PARAGUAY!

¿Cuál de ellos preferimos?


Cacarean políticos, docentes, autoridades y un montón de gente más, ¡viva el Paraguay, viva la libertad, la dignidad! y demás apelativos heroicos - generalmente histéricos – que se evaporan apenas concluido el vocablo. Me apresuro a expresar, empero, que tales manifestaciones no son reprochables, ni mucho menos. No obstante, quisiera hilar muy fino a qué tipo de Paraguay hacemos referencia cuando exaltados vociferamos ¡viva Paraguay!

  
 Así es como traigo a mi memoria las tres acepciones ámpliamente difundidas por pedagogos, docentes, políticos y cualquiera que se anime a abordar el tema sobre educación: CAPACIDAD, COMPETITIVIDAD e INCUMBENCIA. Ahora, vuelvo a preguntarme con el apreciado Carlos Díaz: ¿Para qué la educación?:

* “Para que todo siga igual como antes; como la estudiante que se encuentra en terapia intensiva, en coma etílico y con riesgo de vida…por una siempre estúpida e indecente “farra universitaria”…….

* Para que sigamos siendo ciudadanos acríticos; ante la intromisión arbitraria y autoritaria de algunos políticos en la educación, quienes han encontrado en la supervisión escolar una pieza clave para sus objetivos de promoción política personal, usando a los supervisores y supervisoras como operadores políticos gratuitos, a costa de la enseñanza y del Estado. (Ha habido y hay algunos supervisores y supervisoras exclusivamente fieles a su misión profesional, que representan la excepción) (cfr. Jesús Montero Tirado –ABC 21.0714)……

* Para que sigamos diciendo ¡viva Paraguay!, sabiendo que hay funcionarios permanentes con rango de director, pero que no ocupan ninguna dirección abundan en las cámaras del Congreso. Pese a no desempeñar funciones como directores, perciben salarios que superan los G. 7.000.000, más jugosos beneficios bajo la denominación de gastos de representación, responsabilidad en el cargo, grado académico o antigüedad en el trabajo, con los que el ingreso mensual de cada uno oscila entre 11 y 16 millones de guaraníes. (cfr, diario ABC 24.07.14)……

* ¿Seguiremos sin saber o sabiendo, que no es lo mismo el Paraguay de los pocos ricos – de sospechosas riquezas - que el de los muchos miserables, no por opción sino por obligación; que uno es el Paraguay y que otro, es el anti Paraguay; y que no basta con gritar para engañar ¡viva el Paraguay!, como si tuviéramos un Paraguay común…e igualitario para todos sus hijos?......

En fin, la lista ejemplos que evidencian un Paraguay y otro anti-Paraguay es extensa y conocida. Las preguntas, una y otra vez son las de siempre: ¿Para qué la educación? ¿Cuál es el fin que busca la educación?. ¿Qué educandos queremos o decimos querer para nuestro Paraguay?

Un sistema de competencias – repetirá Carlos Díaz - que sólo es un sistema de competencias, es un sistema incompetente, porque la sola competencia no se sustenta sin un para Qué y sin un para Quién (educando)  al que se ha de hacer competente.

Anhelo un Paraguay decente, limpio, solidario y respetuoso. A ello debe apuntar la educación, de lo contrario, continuará tan ineficiente e inútil, como ofrecerle una bicicleta a un pez, al decir de aquella doctora.

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