¿Cuál de ellos preferimos?
Cacarean políticos, docentes,
autoridades y un montón de gente más, ¡viva el Paraguay, viva la libertad, la
dignidad! y demás apelativos heroicos - generalmente histéricos – que se evaporan
apenas concluido el vocablo. Me apresuro a expresar, empero, que tales manifestaciones
no son reprochables, ni mucho menos. No obstante, quisiera hilar muy fino a qué
tipo de Paraguay hacemos referencia cuando exaltados vociferamos ¡viva
Paraguay!
Así es como
traigo a mi memoria las tres acepciones ámpliamente difundidas por
pedagogos, docentes, políticos y cualquiera que se anime a abordar el tema sobre educación: CAPACIDAD, COMPETITIVIDAD e
INCUMBENCIA. Ahora,
vuelvo a preguntarme con el apreciado Carlos Díaz: ¿Para qué la educación?:
* “Para que todo siga igual como antes; como la estudiante que se encuentra en
terapia intensiva, en coma etílico y con riesgo de vida…por una siempre estúpida e
indecente “farra universitaria”…….
* Para que sigamos siendo ciudadanos
acríticos; ante la intromisión arbitraria y autoritaria de algunos políticos en
la educación, quienes han encontrado en la supervisión escolar una pieza clave para sus
objetivos de promoción política personal, usando a los supervisores y
supervisoras como operadores políticos gratuitos, a costa de la enseñanza y del
Estado. (Ha habido y hay algunos supervisores y
supervisoras exclusivamente fieles a su misión profesional, que representan la
excepción) (cfr. Jesús Montero
Tirado
–ABC 21.0714)……
* Para que sigamos diciendo ¡viva
Paraguay!, sabiendo que hay funcionarios permanentes con
rango de director, pero que no ocupan ninguna dirección abundan en las cámaras
del Congreso. Pese a no desempeñar funciones como directores, perciben salarios
que superan los G. 7.000.000, más jugosos beneficios bajo la denominación de
gastos de representación, responsabilidad en el cargo, grado académico o
antigüedad en el trabajo, con los que el ingreso mensual de cada uno oscila
entre 11 y 16 millones de guaraníes. (cfr, diario ABC 24.07.14)……
* ¿Seguiremos sin saber o sabiendo, que no
es lo mismo el Paraguay de los pocos ricos – de sospechosas riquezas - que el de los muchos miserables, no por
opción sino por obligación; que uno es
el Paraguay y que otro, es el anti
Paraguay; y que no basta con gritar para engañar ¡viva el Paraguay!, como
si tuviéramos un Paraguay común…e igualitario para todos sus hijos?......
En fin, la lista ejemplos que evidencian
un Paraguay y otro anti-Paraguay es extensa y conocida. Las preguntas, una y
otra vez son las de siempre: ¿Para qué la educación? ¿Cuál es el fin que busca
la educación?. ¿Qué educandos queremos o decimos querer para nuestro Paraguay?
Un sistema de competencias – repetirá
Carlos Díaz - que sólo es un sistema de competencias, es un sistema incompetente, porque la sola
competencia no se sustenta sin un para Qué y sin un para Quién (educando) al que se ha de hacer competente.
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