domingo, 6 de julio de 2014

NUESTRA IGLESIA

¡Hoy y siempre!


Es necesario tomar conciencia y sentir muy vivamente la responsabilidad que a todos nos apremia frente a los acontecimientos generados en torno a nuestra comunidad local: gran  desafío de permanecer unánimes y unidos en esta gran empresa llamada Iglesia.


Hablar de la gente es bastante cómodo, más aun si la prensa anuncia con grandes titulares y letras llamativas, aconteceres más o menos sabidos. Es hora de recobrar esa virtud excelente, que no gasta tiempo ni disparos en desacreditar al prójimo. Cuidar la buena fama del hermano es prioridad de todo cristiano.

Particularmente, no juzgo la conciencia de nadie, en primer lugar: “Por qué  se ha de juzgar mi libertad según la conciencia ajena” (cfr. 1ª Cor. 10,29). Mejor rogar a Dios para que su pueblo logre recuperar la armonía y paz que tanto necesitamos. Así las cosas, tomo las oportunas palabras del Papa Francisco, quien recientemente afirmo: “Es absurdo amar a Cristo y no a la Iglesia… ¿rezas por ella e indica los tres pilares del sentido de pertenencia eclesial:  -la humildad, la fidelidad y la oración por la Iglesia.

“En el Credo confesamos: Creo en la Iglesia, una santa, católica y apostólica”. Sabemos que hay una sola Iglesia de Cristo, ya que Él quiere unir a toda la humanidad en un solo Pueblo. Sabemos que es santa y pecadora a la vez. Santa por su Cabeza que es Cristo y por su alma que es el Espíritu Santo y por su misión: continuar la santificación (salvación) de los hombres.

Pero también nosotros, sus miembros, somos pecadores porque no siempre nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. Sabemos que es católica, quiere decir universal, para todos los hombres. ” Dios quiere la salvación de todos los hombres (1 Tim 2,4). Y sabemos también que es apostólica porque se basa en el testimonio de los apóstoles y continúa la misión que ellos habían recibido de Cristo.

Les dejo un escrito de Carlo Carretto, con el que tal vez nos hayamos sentido identificados alguna vez…¡Qué criticable eres, Iglesia!. Sin embargo, ¡cuánto te amo! ¡Cuánto me has hecho sufrir!.Pero, ¡cuánto te debo!. Quisiera verte demolida; pero necesito de tu presencia.

<<¡Me has dado tantos escándalos!. Y, sin embargo, me has hecho entender la santidad. Nada, por una parte, he visto en el mundo mas oscurantísimo, más comprometido y más falso; pero, nada, por otra parte, he tocado más puro, más generoso y más bello.

¡Cuántas veces he sentido deseos de estrellarte contra la punta de mi alma!. ¡Y cuantísimas otras veces he pedido morir en tus brazos, los únicos seguros¡. No, no puedo librarme de ti, porque soy tuyo, aunque sin serlo por entero.

Además,  ¿a dónde iría? ¿A fundar otra Iglesia?  El caso es que no sabría fundarla sino con los mismísimos defectos, ya que son los míos los que llevo dentro. Por otra parte, sería mi Iglesia y no la de Cristo. Soy lo bastante viejo para comprender que no soy mejor que los demás>>. Confío que Dios escuchará nuestras sinceras plegarias y muy pronto volverá la calma a nuestra comunidad. Amén. 

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