¡Hoy y siempre!
Es necesario tomar conciencia y sentir
muy vivamente la responsabilidad que a todos nos apremia frente a los acontecimientos
generados en torno a nuestra comunidad local: gran desafío de permanecer unánimes y unidos en esta
gran empresa llamada Iglesia.
Hablar de la gente es bastante cómodo,
más aun si la prensa anuncia con grandes titulares y letras llamativas, aconteceres
más o menos sabidos. Es hora de recobrar esa virtud excelente, que no gasta tiempo
ni disparos en desacreditar al prójimo. Cuidar la buena fama del hermano es
prioridad de todo cristiano.
Particularmente, no juzgo la conciencia de
nadie, en primer lugar: “Por qué se ha de juzgar mi libertad según la conciencia
ajena” (cfr. 1ª Cor. 10,29). Mejor rogar a Dios para que su pueblo logre
recuperar la armonía y paz que tanto necesitamos. Así las cosas, tomo las oportunas
palabras del Papa Francisco, quien recientemente afirmo: “Es absurdo amar a Cristo y no a la Iglesia… ¿rezas por ella e indica
los tres pilares del sentido de pertenencia eclesial: -la humildad, la
fidelidad y la oración por la Iglesia.
“En el Credo
confesamos: Creo en la Iglesia, una santa, católica y apostólica”. Sabemos que
hay una sola Iglesia de Cristo, ya que Él quiere unir a toda la
humanidad en un solo Pueblo. Sabemos que es santa y pecadora a la
vez. Santa por su Cabeza que es Cristo y por su alma que es el Espíritu Santo y
por su misión: continuar la santificación (salvación) de los hombres.
Pero también
nosotros, sus miembros, somos pecadores porque no siempre nos dejamos guiar por
el Espíritu Santo. Sabemos que es católica, quiere decir universal,
para todos los hombres. ” Dios quiere la salvación de todos los hombres (1 Tim
2,4). Y sabemos también que es apostólica porque se basa en el
testimonio de los apóstoles y continúa la misión que ellos habían recibido de
Cristo.
Les dejo un
escrito de Carlo Carretto, con el que tal vez nos hayamos sentido identificados
alguna vez…¡Qué criticable eres, Iglesia!. Sin embargo, ¡cuánto te amo! ¡Cuánto
me has hecho sufrir!.Pero, ¡cuánto te debo!. Quisiera verte demolida; pero
necesito de tu presencia.
<<¡Me has
dado tantos escándalos!. Y, sin embargo, me has hecho entender la santidad.
Nada, por una parte, he visto en el mundo mas oscurantísimo, más comprometido y
más falso; pero, nada, por otra parte, he tocado más puro, más generoso y más
bello.
¡Cuántas veces
he sentido deseos de estrellarte contra la punta de mi alma!. ¡Y cuantísimas
otras veces he pedido morir en tus brazos, los únicos seguros¡. No, no puedo
librarme de ti, porque soy tuyo, aunque sin serlo por entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario