¿Qué verdad…cuál verdad….dónde?
Hace más de 2000 años el procurador
romano Poncio Pilatos, con aparente espíritu quebrantado ya preguntaba..¿Qué es
la verdad?. Estaba ante el único hombre que ha dicho de sí mismo: “Yo
soy el camino, la verdad y la vida”.
La verdad es uno de los fundamentos
principales de la Ética, vocablo que en demasía pronuncian personeros, en cuyas
fauces, ni siquiera, la primera letra “E”, de ética en tamaño reducido, cabe.
Una de las características de esta
sociedad posmoderna que se precia de ser mejor, es que edifica su verdad sobre
el supuesto “valor del respeto absoluto a la pluralidad de opiniones”, al
tiempo que, ¡oh paradoja!... la persona,
generadora de esas opiniones, es olímpicamente alienada, pisoteada….
Es hija de Nietzsche: “no
hay verdad sino apariencia, no hay conceptos sino metáforas. Su lema es que
todas las opiniones son igualmente respetables”, dirá Emmanuel Buch,
pastor evangélico.
La verdad no hace, la simple opinión de
la mayoría, ni el común denominador de las opiniones, por lo que decir, hacer o
elegir como criterio válido de conducta lo que hace o dice la mayoría de la gente, es pobrísima elección. No ha de
olvidarse que los hombres han consensuado
los más grandes disparates de la historia.
Una de las tragedias de este tiempo, me
parece, es atribuible al “relativismo moral”. Ciertamente, la realidad actual
es compleja y exige diversidad de perspectivas para abordarla. No es fácil,
porque la mentira se impone de muchas maneras, y no sólo con la complicidad de
los medios masivos de información. Recordemos que sin ellos, ya Sócrates, fue calumniado e inmolado. (Introducción a la
Ética- José R. Ayllón p. 190).
Según el jurista norteamericano Hans
Kelsen (1881-1973), la decisión corresponde al voto popular y propone al
gobernador Poncio Pilatos como ejemplo de prudencia democrática. Pilatos no
sabe lo qué es lo justo… hace caso a la mayoría. Es ahí donde obra como perfecto
demócrata (…)
Que el resultado del juicio fuera la
condena de un inocente no parece inquietar a Kelsen. Si no hay más verdad que
la mayoría, carece de sentido preguntar por otra distinta. (cfr. Introducción a
la Ética – José R. Ayllón p. 199).
Hoy nos “escandalizamos” con el caos
establecido. La violencia e inseguridad imperan fuertes y saludables. (Al
tiempo de escribir este renglón, frente a mi casa un grupo de personas corría
desaforada detrás de algún asaltante). La prensa nos golpea diariamente con
noticias de corrupción, secuestro, estafa y demás acciones terroristas que el
Estado no soluciona, por acción o inacción.
Mientras crece la incertidumbre y los
sentimientos de impotencia ciudadana, oímos declaraciones líricas de políticos
quienes cacarean las bondades de la democracia, mientras cada vez más nos
hunden en la desgracia. Es de esperar que este nuevo rumbo sepa cómo salir de
esta selva democrática, para desmentir de una vez por todas aquello de: “la
política es el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, para
proteger a unos de otros”, (cfr. Luis Ayala – Rev. Acontecimiento Nº
65, p. 58.-
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