jueves, 3 de julio de 2014

LA VERDAD

¿Qué verdad…cuál verdad….dónde?

Hace más de 2000 años el procurador romano Poncio Pilatos, con aparente espíritu quebrantado ya preguntaba..¿Qué es la verdad?. Estaba ante el único hombre que ha dicho de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

La verdad es uno de los fundamentos principales de la Ética, vocablo que en demasía pronuncian personeros, en cuyas fauces, ni siquiera, la primera letra “E”, de ética en tamaño reducido, cabe.

Una de las características de esta sociedad posmoderna que se precia de ser mejor, es que edifica su verdad sobre el supuesto “valor del respeto absoluto a la pluralidad de opiniones”, al tiempo que, ¡oh paradoja!... la persona, generadora de esas opiniones, es olímpicamente alienada, pisoteada….

Es hija de Nietzsche: “no hay verdad sino apariencia, no hay conceptos sino metáforas. Su lema es que todas las opiniones son igualmente respetables”, dirá Emmanuel Buch, pastor evangélico.

La verdad no hace, la simple opinión de la mayoría, ni el común denominador de las opiniones, por lo que decir, hacer o elegir como criterio válido de conducta lo que hace o dice la mayoría de la gente, es pobrísima elección. No ha de olvidarse que los hombres han consensuado los más grandes disparates de la historia.

Una de las tragedias de este tiempo, me parece, es atribuible al “relativismo moral”. Ciertamente, la realidad actual es compleja y exige diversidad de perspectivas para abordarla. No es fácil, porque la mentira se impone de muchas maneras, y no sólo con la complicidad de los medios masivos de información. Recordemos que sin ellos, ya Sócrates,  fue calumniado e inmolado. (Introducción a la Ética- José R. Ayllón p. 190).

Según el jurista norteamericano Hans Kelsen (1881-1973), la decisión corresponde al voto popular y propone al gobernador Poncio Pilatos como ejemplo de prudencia democrática. Pilatos no sabe lo qué es lo justo… hace caso a la mayoría. Es ahí donde obra como perfecto demócrata (…)

Que el resultado del juicio fuera la condena de un inocente no parece inquietar a Kelsen. Si no hay más verdad que la mayoría, carece de sentido preguntar por otra distinta. (cfr. Introducción a la  Ética – José R. Ayllón p. 199).

Hoy nos “escandalizamos” con el caos establecido. La violencia e inseguridad imperan fuertes y saludables. (Al tiempo de escribir este renglón, frente a mi casa un grupo de personas corría desaforada detrás de algún asaltante). La prensa nos golpea diariamente con noticias de corrupción, secuestro, estafa y demás acciones terroristas que el Estado no soluciona, por acción o inacción.


Mientras crece la incertidumbre y los sentimientos de impotencia ciudadana, oímos declaraciones líricas de políticos quienes cacarean las bondades de la democracia, mientras cada vez más nos hunden en la desgracia. Es de esperar que este nuevo rumbo sepa cómo salir de esta selva democrática, para desmentir de una vez por todas aquello de: “la política es el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, para proteger a unos de otros”, (cfr. Luis Ayala – Rev. Acontecimiento Nº 65, p. 58.-

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