¿Qué falla en nuestra enferma
democracia, cuyo regazo amamanta imputados, incompetentes, impresentables que acceden a cargos públicos?
Ya en enero, del 2007, Secundino Núñez decía:
“Si el pueblo es el sujeto y el protagonista de la acción sociopolítica liberadora, tenemos que ir al pueblo
y tomarle el pulso…
Tenemos que calibrar sus energías
cívicas y detectar sus hábitos viciosos de mbarete y pokarê, desidia y prebendarismo. Porque sería grave error y miopía lamentable salir diciendo que
esta corrupción avasallante es cosa privativa del Partido Colorado.
Con mayor acierto decimos que es la
ciudadanía toda la que debe entrar en penitencia, recuperando su sano juicio y
mostrando una nueva conciencia cívica. Enseña el sabio Jesús: “No se pone vino nuevo en odres viejos”
(Mt. 9;17).
Intentando echar luz al
“mejunje” doy paso José R. Ayllón, quien dice:
“La condición de posibilidad de la
democracia es el pluralismo, que viene a reconocer los diversos caminos que la
libertad sigue en su búsqueda de la verdad política. Y el pluralismo es necesario
para la existencia real de las discusiones democráticas…
Por el contrario, el fundamento de la
democracia no puede ser el relativismo moral. Porque el relativismo hace
trivial al pluralismo y tiende a eliminarlo. Según Hans Kelsen, la
decisión corresponde al voto popular (…).
Es ahí donde obra como
perfecto demócrata-numérico, que no se apoya en valores absolutos ni en la
verdad subjetiva, sino en los procedimientos de la mayoría. Que el resultado
del juicio fuera la condena de un inocente no parece inquietar a Kelsen (...)
El mundo es una compleja red de relaciones entre hechos y objetos que se
relacionan en el espacio y en el tiempo.
En este sentido es correcto afirmar que
todo es relativo: relativo a un antes, a un después, a un encima, debajo, al
lado, cerca, lejos, dentro, fuera. Todo es relativo porque todo está
relacionado, vinculado con algo.
La conducta ética nace cuando la libertad puede escoger entre formas diferentes
de conducta, unas más valiosas que otras. El relativismo es peligroso porque
pretende la jerarquía subjetiva de todos los motivos, la negación de cualquier
supremacía real.
El relativismo hace imposible la ética.
Si queremos medir las conductas necesitamos una unidad de medida igual para
todos (…) Porque si el kilómetro es para ti 1.000 metros, para él 900, y para otros
1.200, 850 o 920, entonces el kilómetro no es nada.
Es preciso reconocer que en la raíz de
la democracia hay absolutos morales, que no son dogmas ni imposiciones. Son
criterios inteligentes, necesarios como el
respirar.
Hoy vivimos el desencanto y la desesperación porque ya nada es verdad ni
mentira. Ante una realidad objetiva, se tiene distintas opiniones. (dice J.R.A. Introducción
a la Ética)
Curiosamente, la interpretación de leyes y reglamentos,
al parecer es un tema no digerible en el país. Ponerse de acuerdo en obvias cuestiones supone titánico desafío. ¿Cuestión de neuronas...intereses, o ambas cosas?
Así las cosas, anguirú, lo que para uno
es una mesa, para otro puede ser un caballo.
Y si de cuestiones
jurídicas se trata, ¡i jetu ú ventema!...pero, solo para los “comunes”…¡entendéa! Pero, todo error es corregible…si se reconoce el mal...
El presidente de la Cámara de Diputados,
Pedro Alliana, lamentó la pésima imagen que proyecta, actualmente, la clase
política como consecuencia de los casos de corrupción que salpican a
funcionarios de varias reparticiones del Estado. (Publicado el 10.02.19)
¿Qué
hacer ante tanta barbaridad:relativismo y no verdad?
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