lunes, 27 de enero de 2020

EL PRESENTISMO...¿ATENTADO CONTRA LA OBVIEDAD?

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El concepto “presentismo”, dicen que 
fue acuñado por primera vez a inicios de los 90´ por el profesor Gary Cooper, de la universidad de Manchester. Y definía a aquellas personas que, opuestamente al ausentismo, no se iban nunca a sus hogares y pasaban demasiado tiempo en el trabajo, básicamente por temor a perderlo.

Otra definición: "Pesentismo" (plus salarial que se paga a funcionarios estatales por concurrir a su lugar de trabajo), es decir,  rubros que desangran "irracionalmente" a las arcas fiscales.

“Es un absurdo pagar a una persona solamente porque concurrió a su puesto de trabajo, cuando se presume que ir a trabajar es su obligación. Ese tipo de disposiciones es lo tendremos que erradicar”, afirmó la legisladora Blanca Lila Mignarro, sobre el presentismo”, hace algunos años.

​En el ámbito laboral privado hasta se entiende que el “patrón” disponga libremente de su dinero para premiar al empleado “responsable” por no faltar al trabajo.

Pero, en el sector público, donde el más torpe es de dientes largos y afilados, en general, la cosa es peliaguda. El dinero del cual disponen alegremente muchos de los “capetos”, no sale de su bolsillo (generalmente… entra y mucho, dígase de paso)

Varias entidades descentralizadas pagan el Presentismo, pago adicional por trabajar sin faltar un solo día y que puede llegar a superar inclusive, el monto abonado por salario mínimo vigente del sector privado.

Es que la honestidad laboral ¿debe perseguir o reclamar un plus salarial?

La publicación de la planilla salarial, estipulada por la Ley 5189/14, hizo que salgan a la luz las remuneraciones reales que perciben los servidores públicos, además de los cargos inventados para premiar a personas que prestan servicios reales o para ahijados políticos.

Aunque parezca ingenuidad platónica, me aguijonea esta pregunta: ¿Por qué ha de pagarse suma adicional por cumplir un deber? ¿No debe estar la moral presente para disciplinar los exorbitantes apetitos y miserable angurria, por una suma no ganada –  aunque sea arropada de “legal”?

Recibir un dinero inmerecido es moralmente tan repugnante como vivir por debajo de la propia naturaleza y dignidad personal. Y lo peor es que al transformar el delito en derecho, se niega la verdad….entonces, ¿por qué sorprenderse de la miseria moral en la que estamos chapoteado?

No es secreto que muchos funcionarios – coimeros, planilleros, amantes, y demás personajes con conciencia averiada - viven en grandes  sepulcros blanqueados (ostentando groseramente viviendas principescas y flota de costosos vehículos). ¿Será fruto del Presentismo?

Así las cosas, ¿qué significa para esa fauna, dignidad personal? De seguirse así, podría con razón pensarse que en un futuro no muy lejano, tendríamos en la malla curricular de alguna universidad la siguiente carrera: “Licenciatura en buenismo

Pero, como y dijimos una y otra vez, no existe el mal absoluto, por consiguiente, alguna reserva moral ha de asomar. Quisiera conservar la esperanza de que aparezcan - para salvar a la enclenque patria - quienes con San Agustín digan, después de Dios, la Patria.

Y otros que con Santo Tomás de Aquino, repitan con robusta convicción: “Donde haya una pizca de verdad, el Espíritu Santo viene” (cfr. Secundino Núñez – Sociedad y Política, p. 109). 

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