Se atribuye a San
Agustín haber
acuñado el famoso adagio: “ama y haz lo que quieras”. No tu capricho, no lo que te viene
en gana, sino lo que, de bueno, puedas querer.
Dicen los que saben: “la verdadera
libertad consiste en hacer lo que se debe, no precisamente lo
que se quiere”. La conducta, por consiguiente, ha de ser guiada por la
razón, no por los sentimientos.
Pero, ¿cómo pio le voy a querer a
alguien que ni su mamá loo no le quiere? Es patotero, argel ka ú rapó...
sólo crea problemas donde se va. Amar a alguien así, ¿no es atentado contra mis
derechos humanos?
Entiendo tu punto de vista, pero no es
así. Claro está que no podés amar a alguien que consideras una “peste
social” como estás diciendo…es que no se trata de sentir el mismo afecto
que tenés por tu “amigo del alma”, por
más que éste también, sea otra “plaga social”, entendés pa Goyín.
Si entiendo, ¡pero
hasy etereí ningó!..
Es cierto, aún así, el
mandato es de Ñandejara: “Un mandamiento nuevo les doy: Ámense unos
a otros, como les he amado. Así sabrán que son mis discípulos, si se aman unos
a otros” (Jn
13,34-35)
Es el Ágape,
el amor más sublime, incluso al kangueró, porque es entrega al otro
sin ningún tipo de interés. Es el amor propio de los cristianos, que termina
convirtiéndose en caridad, misericordia y compasión.
Estas tres palabras, dijo el articulista, encierran un gran significado. Caridad y misericordia hacen referencia al corazón. Es querer con el corazón. Mientras que compasión se refiere a la actitud de acompañar el padecer con el otro (com-pasión).
Luego, la comprensión
cristiana del amor está más allá de cualquier sentimentalismo. Es propio
del ser humano, ya que, metafóricamente hablando, “amar es meter al otro en mi
corazón”.
¡Ahhh!… I je tu ú la receta anguirú...
Con otras palabras, se trata de ser
magnánimo (grande, valiente, fuerte) para soportar, comportar y no deportar al
tóxico camarada.
Ser fuerte no en atacar, fortaleza es virtud de
dominio propio: Resistencia. A priori, el valiente no ataca…pero, resiste
y vence.
Ndéra na leka…entiendo…pero me
parece humillante que te sometas al badulaque, en vez de darle su merecido,
protestó iracundo el vyro chusco y débil Goyín.
Es para hombres capaces de soportar con nobleza de corazón las debilidades y antipatías del otro.
Porque además, si a tu estilo vas a pegar a todos los indeseables -cívicamente chatos-,que pueblan la enana sociedad guaraní, nuestra patria quedará tan diezmada como a finales
de la guerra del 70.
Ah, una última cosa Goyín, soportar a la persona tóxica no es hipocresía.
Es relacionarse con cortesía en orden a un bien mayor, porque solo hay dos
caminos? O te peleás o te reconciliás.
Hay gente que no te gusta porque te critica,
maltrata y juzga. Y es normal que sientas antipatía por esa gente. Se me
ocurre sugerirte algunas preguntas a reflexionar (py-á ñemonguetá), que puede
ayudar a pensar, aunque te advierto...no es, ni será fácil tarea...
¡Dale! he-í Goyín…desafiante…
Estas son: ¿Soy
mejor que “esa” persona tóxica? ¿No tendrán otros hacia mí, los mismos sentimientos que tengo hacia
ese desagradable prójimo que tanto me molesta?
Si me creo mejor… ¿cuál es el parámetro... o, con referencia a qué valores me siento
superior al otro?
Si el señor
Jesús perdona 70 veces 7 mis hediondos y faraónicos pecados…¿quién soy para
competir con su misericordia... auto-referenciándome superior a Él?
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