CADA GUSTO…
Algunos
cristianos tanto han jugado en crear un Jesucristo enlatado y en colores
para todos los gustos que habría que preguntarse de vez en cuando si creer
en Jesucristo es un lujo, un capricho o un compromiso para toda la vida.
Ciertas personas
“adoran”, pero no quieren ni saber lo que dijo. Ciertas personas lo “adoran”, pero no están de acuerdo con todo lo que Él dijo, porque
Jesús no pudo haber sido tan retrógrado en algunos temas…
Otros adoran al
“líder”, pero… bueno… ¡no es posible hacer todo lo que Él hacía! ¡Después
de todo, uno es sólo un hombre!
Y, así, de duda en duda, despojamos a Jesús de todos sus atributos, o coronándolo
con lindos nombres y títulos, mientras seguimos haciéndole hacer papelones
y a tenerlo de adorno sobre viejas Biblias.
Sobre paredes
vacías como las cabezas de sus dueños, como adornos en los
edificios públicos, en los tribunales, en las escuelas, en las Iglesias…Y todos somos
culpables...
Algunos por
causa del sexo.
Otros, por
dinero.
Otros, por
calumnias.
Otros, por
mentiras.
Otros todavía,
por concubinato.
Por una
separación,
Por un divorcio,
Por una
traición.
Por un
negociado, por drogas,
Por evadir impuesto
a las rentas,
Por un cheque
sin fondos,
Por una deuda
sin pagar,
Por un desfalco,
Por un asalto, por
un salario de hambre,
Por un excesivo
y casi nunca merecido salario,
Por un rencor
jamás contenido…
No. No es fácil
creer en Jesucristo. ¡Hay que cambiar de vida! Y son
pocos los que aceptan hacerlo. El radicalismo de Jesucristo crea muchos
admiradores y pocos, muy pocos adeptos…
Casi siempre, la
razón de que no quieran seguir a Jesucristo no es Jesús ni su doctrina:
son los cristianos y la deshonestidad con que se comportan ante el Dios en
quien dicen creer…
Y si Jesús no
nos lleva al compromiso, entonces somos de aquellos que lo admiran pero no
aceptan sus exigencias. Es posible que no tengamos nada en su contra. Pero
no tener nada en contra no es lo mismo que gustar de alguien.
¡En el fondo, en
el fondo, tal vez no nos guste…el Dios que tanto gusta de nosotros! (P. Zezinho).
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