¡¡FELIZ!!
No faltan voces que dicen: ¡No es
posible estar satisfecho y ser feliz todo el tiempo!
Razón no han de faltar a quienes así piensan.
Uno puede sentirse complacido, conforme o satisfecho por algún grato
acontecimiento: buena salud, meta lograda, estudios concluidos, un trabajo agradable...
No es raro confundir felicidad
con satisfacción.
Ambos estados de ánimo son aparentemente similares, pero en su esencia son
diferentes. Dice el diccionario RAE:
Satisfacción: Sentimiento de placer que se tiene cuando se ha colmado un deseo o
cubierto una necesidad. "Su satisfacción fue grande cuando supo que ganó
un premio”
Felicidad: Estado del ánimo
que se complace en la posesión interior de un bien. Paz con
uno mismo, concordia familiar. Alegría al saberse perdonado…reconciliación…
Hay personas satisfechas que viven una
vida de abundante bienestar material: cuenta corriente abultada, flota de caros
vehículos, casas principescas… pero sin felicidad. Se muestran satisfechas
y contentas mientras sus aventuras materiales se mantienen.
Cuando llegan los momentos negativos de
la vida (que siempre llegan) caen en la angustia y asoma la depresión y
desesperación: el mundo se les viene abajo cuando paran en la cárcel, por
ejemplo.
Nuestro reciente “tsunami” socio
político prueba lo señalado.
Es que, ¿puede ser feliz algún satisfecho
millonario que por disposición judicial no pueda salir del país; obligado a
vivir de incógnito, rodeado de seguridad porque se sabe despreciado por la
mitad más uno de la sociedad?
¿Cuántos viven en un taper
de oro…solos…en medio de todo el mundo?
Y sin embargo, conocemos gente que a
pesar de sufrir malos momentos, sobrellevando enfermedad, pobreza, desamparo…mantienen
una mirada positiva y esperanzada.
El hombre transita dos realidades: la espiritual
y la material.
La primera
tiene que ver con el interior del hombre. Fuimos creados
por Dios y para Él. Si comprendemos esta verdad podemos entender que se puede
ser feliz, aun siendo insatisfecho.
La segunda se relaciona con la vida
material: nacemos, crecemos, nos desarrollamos y morimos. Contamos con
opciones, posibilidades y sorpresas, positivas y negativas.
La vida es lucha –con nosotros mismos y
con los otros-, es lograr superar obstáculos y disfrutar de los aspectos
positivos. Entonces somos felices y satisfechos.
Otros afirman que la felicidad es un
estado: un modo de ser y estar. Es la capacidad de aceptar problemas y
tensiones contrarias a nuestros deseos: es actitud que implica admitir lo malo
de la vida sin tomarlo como algo personal, y apreciar lo bueno de ella.
Esto requiere trabajar la interioridad,
que no depende de factores externos, como ser pobre o rico, tales requisitos es
incumbencia de cada quien, no de la felicidad.
Para muchos (confundiendo conceptos), felicidad
es comer asado los fines de semana. Otros son felices cuando van de pesca…
En realidad lo que sienten es satisfacción, porque si no lo hacen…se frustrarían.
La satisfacción depende siempre de
lo externo: si somos ricos en lugar de pobres, si tenemos coche o no tenemos,
si tenemos salud en lugar de estar enfermos….
No decimos que si somos felices
no necesitamos de cosas materiales: las necesitamos, pero podemos
perderlas sin que nuestro sentido de “ser” se pierda. Esta es la
diferencia fundamental entre ser feliz y estar satisfecho.
Luego, ser feliz sabernos alguien
y no algo....ergo,
saber que no somos una cosa más entre tantas cosas, a menos que lo
queramos.
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