¿Cómo hace el demonio para alejarnos de Dios? La tentación comienza levemente, como el virus crece y contagia… se torna comunitaria, advirtió Francisco en abril del 2014.
Con el auge del catolicismo, esta fiesta pagana se cristianizó, y comenzó a llamarse “La Víspera de Todos los Santos”. De la traducción en inglés nació la palabra “Halloween”.
Según los celtas, las almas de algunos difuntos que estaban dentro de feroces animales podían liberarse con sacrificios de todo tipo a los dioses, incluyendo sacrificios humanos.
Mezcla con el cristianismo. Cuando los pueblos celtas fueron cristianizados, no todos renunciaron a sus costumbres paganas.
Con la llegada de algunos irlandeses a Estados Unidos, se introdujo el Halloween, que llegó a ser parte del folklore popular del país norteamericano. Luego, se introdujo la creencia de las brujas, fantasmas, duendes, drácula y diversos monstruos.
Según testimonio de personas practicantes que luego se hicieron cristianos, Halloween es la más importante fiesta de cultos demoníacos porque se inicia el nuevo año satánico y es como una especie de “cumpleaños del diablo”.
El origen de la pregunta “¿Truco o Trato?” En Halloween los niños y no tan niños se disfrazan de seres horribles y temerarios y van de casa en casa exigiendo “truco o trato”. Creencia: si no se les da golosina, los visitantes harán una maldad al residente del lugar.
Hay quienes dicen que los inicios de esta costumbre están en la persecución que se hacía a los católicos en Inglaterra, donde sus casas eran amenazadas.
Origen de la
calabaza con forma de rostro. Una antigua leyenda irlandesa cuenta que un
hombre malvado llamado Jack, no podía entrar al infierno por los muchos engaños
al demonio; por lo quedó en la tierra vagando por los caminos con un vegetal
encendido.
Luego, el vegetal pasó a ser una calabaza en forma del rostro de una calavera o bruja.
Hollywood expandió el Halloween a través de películas de terror creando morbosidad ansiedad y angustia. Así, máscaras, disfraces, dulces, maquillaje…son motivo para que empresarios fomenten el “consumo del terror” y obtenga lucro de esta “onda”.
Según P. Jordi Rivero, celebrar fiesta con disfraces no es propiamente mala, siempre y cuando se cuide que el disfraz no vaya en contra del pudor, del respeto por lo sagrado y de la moral en general.
Cada uno hace lo que quiera, incluso, complacer al maligno, con la inocencia de los hijos en fiesta pagana, y de paso, son acogotados por las garras del consumismo idotizante, que hace al hombre consumidor consumido por el consumo que le consume.