martes, 27 de octubre de 2020

EL SENTIDO DE LA VIDA

                   
No es necesario ser gran filósofo para reflexionar sobre el sentido de la vida. Sin embargo, cuando se hace esta pregunta, no siempre se obtiene una respuesta firme y clara.

 Unos dicen vivir “felices”, confundiendo felicidad con satisfacción, por el hecho de tener algo que comer, vestir o beber (chupar como descocido- ichalai pá peve). Otros, no saben para qué viven…y nunca falta quien afirma: ¡la vida "loo" es una porquería!

Es que, de todo habemos en la viña del señor, reza el adagio, porque, no falta gente mezquina, profetas de fracasos y saboteadoras, lejos de la projimidad, es decir, los “letraditos”, prestos a “joder” la vida de otros.

Pero no todo es negativo. La crisis del covid-19 provocó iniciativas solidarias, para ayudar a los más vulnerables y mantener la mente activa durante los días de confinamiento. ¡No estamos solos en la lucha contra la enfermedad y otros males!.

Mucha gente decidió hacer “ollas populares” para ayudar al necesitado en todo el país.  Así es como funciona la solidaridad, poniéndose en el lugar del otro, ayudándose mutuamente con actos de bondad y generosidad.

Ahí están los llamados “soldados de primera fila”, médicos, enfermeras y quienes hacen parte del plantel; personal de blanco, “Grupos anónimos de esperanza”, los héroes en tiempos de pandemia….y ¡tantos otros anónimos más!

Para muchos, la vida sin propósito carece de sentido, porque, no pocas veces, se vive la vida sin un propósito que motive para seguir adelante, salvo aquella que dé lucro.

Con un pueblo unido en el esfuerzo solidario, la sociedad jamás será vencida. Para ello, es urgente que el humano limpie sus hábitos mentales, arrancando los escombros de su antigua costumbre avara: “moñai”.

Dirá S. Núñez: si no se hunde el arado hasta muy adentro, descuajando previamente la perversidad de ciertos hábitos malignos (egoísmo, chente kó-chente sé), el semillero en que hoy nos empeñamos, no dará la cosecha que esperamos.

Si la violencia, pobreza, hambre y dolor, si las peleas y enfermedades se equilibran al poner en la balanza lo bueno del humano: amor, amistad, arte, progreso…sentimos efectos tan gratificantes cuando hacemos algo por los demás.

Se nota el gesto de alegría en la cara del que ayuda, al sentirse útil. Esto despierta efectos que repercuten en nuestro bienestar general. Ayudar, no sólo nos hace bien espiritualmente, sino, además, beneficia nuestra salud física.

Es bueno para sí narcisista, el cristiano sociológicamente difunto. Pero, la esperanza dice que a pesar de todo, hay en el humano más cosas dignas de admiración que de desprecio, que da más fuerza sentirse amado que creerse fuerte y que, solo se posee lo que se dona.

"Les doy un mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así ámense los unos a los otros" (Juan 13, 34)

Una de las claves de la felicidad es tener claro el sentido de la vida. Para unos es conseguir logros. Para otros: la vida no tiene sentido debido a tanto dolor y negatividad con la que se encuentran a su paso.

Luego, la mejor forma de conseguir felicidad en la vida es sirviendo a los demás. ¡Probemos esta fórmula amigos!… ¡Ña tanteá mina kapelú

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