viernes, 23 de octubre de 2020

¡¡DEN AL CÉSAR…!!

 Así que mandaron a algunos de sus partidarios, junto con otros del partido de Herodes, a decirle: “Maestro, sabemos que tú dices la verdad, y que enseñas de veras el camino de Dios, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto”.

Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?” Pero Jesús, conociendo su malicia, dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tientan? Muéstrenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron un denario.

Y les preguntó: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?" Dijeron: "Del César". Jesús dice: “Pues den al César lo que es del César, y lo de Dios a Dios”. (Mt. 22, 15-22)  Reflexionemos:

-Nos invita a tomar en serio no sólo nuestras obligaciones de cristiano, sino también las tareas de ciudadanos, nuestros deberes políticos: “Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

-El pasaje comienza con una pregunta aparentemente ingenua, pero muy ponzoñosa: “¿Se debe pagar el impuesto al César o no?”. Jesús, se da cuenta de la trampa. Afirmar o negar el pago reclamado por los romanos, es igualmente peligroso para Él.

Un no de Jesús le hace agitador, rebelde y enemigo del César. Un supone aceptar la ocupación romana, “sometimiento a los invasores” y negar la liberación del pueblo judío.

Pero Jesús da una respuesta genial; invita a cumplir con lo justo: dar a cada uno lo suyo. Dios tiene sus derechos y el César tiene los suyos.

-Den al César lo que es del César”. Políticos y autoridad estatal son instrumentos de Dios para realizar sus planes, aunque no lo sepan o no lo quieran. Dios se sirve del rey de Persia para realizar su plan de salvación del pueblo israelita. (Is. 45, 1. 4-6)

Así cualquier hombre, cualquier institución deben ser instrumentos de Dios. Cristo no niega el poder pagano de los romanos. Él acepta el Estado y a las autoridades políticas, porque la función de todo político es servicio al pueblo.

Por eso manda a los dirigidos (ñandé) lealtad, obediencia, colaboración y sacrificios a sus autoridades. El cristiano no es enemigo del Estado, es ciudadano  responsable.

La fe nunca es excusa para incumplir con las obligaciones familiares, sociales y políticas. Estaremos mejor dispuestos para servir a Dios, si servimos bien a nuestros hermanos. No hay duda de que puede haber tensiones y conflictos, pero los fieles los han superados.

Los soldados cristianos sirvieron al emperador infiel; pero cuando se tocaba la causa de Cristo, no reconocían sino a Aquél que estaba en los cielos”, asegura san Agustín

-Esto vale también para nosotros: “Den a Dios lo que es de Dios”. “Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres”, dice San Pedro en Hechos de los Apóstoles (5,29). Es decir, en oposición a Dios no estoy obligado a ninguna obediencia.

Cuando el Estado exige cosas a las que no tiene derecho, le negamos obediencia. El arte de gobernar es muy difícil. El poder tiende a corromper a los que gobiernan. Por eso, criticamos a las autoridades. Pero, ¿rezamos por los políticos y gobernantes?

Todas las artes han producido sus maravillas, el arte de gobernar sólo ha producido monstruos” (Saint-Just, político y revolucionario francés1793)

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