Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?” Pero Jesús, conociendo su malicia, dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tientan? Muéstrenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron un denario.
Y les preguntó: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?" Dijeron: "Del César". Jesús dice: “Pues den al César lo que es del César, y lo de Dios a Dios”. (Mt. 22, 15-22) Reflexionemos:
-Nos invita a tomar en serio no sólo nuestras obligaciones de cristiano,
sino también las tareas de ciudadanos, nuestros deberes políticos: “Den
al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”
-El pasaje comienza con una pregunta
aparentemente ingenua, pero muy ponzoñosa: “¿Se debe pagar el impuesto al
César o no?”. Jesús, se da cuenta de la trampa. Afirmar o negar el pago
reclamado por los romanos, es igualmente peligroso para Él.
Un no de Jesús le hace agitador, rebelde y enemigo del César. Un sí supone aceptar la ocupación romana, “sometimiento a los invasores” y negar la liberación del pueblo judío.
Pero Jesús da una respuesta genial; invita a cumplir con lo justo: dar a cada uno lo suyo. Dios tiene sus derechos y el César tiene los suyos.
-“Den al César lo que es del César”.
Políticos y autoridad estatal son instrumentos de Dios para realizar sus planes,
aunque no lo sepan o no lo quieran. Dios se sirve del rey de Persia para
realizar su plan de salvación del pueblo israelita. (Is. 45, 1. 4-6)
Así cualquier hombre, cualquier institución deben ser instrumentos de Dios. Cristo no niega el poder pagano de los romanos. Él acepta el Estado y a las autoridades políticas, porque la función de todo político es servicio al pueblo.
Por eso manda a los dirigidos (ñandé) lealtad, obediencia, colaboración
y sacrificios a sus autoridades. El cristiano no es enemigo del Estado, es ciudadano
responsable.
La fe nunca es excusa para incumplir con las obligaciones familiares, sociales
y políticas. Estaremos mejor dispuestos para servir a Dios, si servimos bien a
nuestros hermanos. No hay duda de que puede haber tensiones y conflictos, pero
los fieles los han superados.
“Los soldados cristianos sirvieron al emperador infiel; pero cuando se tocaba la causa de Cristo, no reconocían sino a Aquél que estaba en los cielos”, asegura san Agustín
-Esto vale también para nosotros: “Den a
Dios lo que es de Dios”. “Tenemos que obedecer a Dios antes que a los
hombres”, dice San Pedro en Hechos de los Apóstoles (5,29). Es decir, en
oposición a Dios no estoy obligado a ninguna obediencia.
Cuando el Estado exige cosas a las que no tiene derecho, le negamos
obediencia. El arte de gobernar es muy difícil. El poder tiende a corromper a
los que gobiernan. Por eso, criticamos a las autoridades. Pero, ¿rezamos por
los políticos y gobernantes?
“Todas las artes han producido sus maravillas, el arte de gobernar sólo ha producido monstruos” (Saint-Just, político y revolucionario francés1793)
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