En un programa de TV el ex vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, al explicar el motivo de su renuncia, dijo: “en Argentina hay un exceso de ética de responsabilidad” y una carencia de “ética de la convicción”.
La ética de la responsabilidad juzga como valor principal las opciones en juego. Es una moral práctica; le importa los fines más que los medios.
En cambio, la “ética de la convicción” no atiende a los efectos o resultados, sino a los valores básicos de la moral. No depende de las circunstancias ni de los fines que se persigue, sino de la justicia y del bien; es una moral principista.
Supongamos que detienen al
terrorista, sospechado de colocar bomba en una escuela. Si la policía usa la
regla de no torturar al sospechoso, arriesga la vida de muchos niños. Si no
respeta el derecho del prisionero puede obtener la información salvadora. ¿Qué hacer?
Otro ejemplo: Un empresario a cuyo cargo están cientos de familias trabajadoras. Un inspector, protegido por sus superiores, lo extorsiona para coimear, bajo la amenaza de clausurar su fábrica.
Si el empresario cede ante el inspector, resulta ser inmoral para la ética de la convicción, pero sería correcto para la “ética de la responsabilidad”, ya que preserva el trabajo de sus empleados. ¿Qué es lo mejor?
Un ejemplo más. Don MastikastoSontoky apadrinó un proyecto para construir un hospital en la ciudad. Pero, un grupo de concejales pidió coima. MastikastoSontoky dijo No, y la ciudad quedó sin hospital. ¿No era mejor ceder a la coima por favorecer a la mayoría?
¿Se puede aceptar una moral que justifique las transacciones ilícitas, el fraude, el soborno, la coima, vicios tan institucionalizados en nuestro ambiente, con la explicación de que se hace a favor del bien general? ¿Qué hacer?
Mucha gente vende imagen de
honorabilidad ante algunas circunstancias, pero, ¿Quiénes son? ¿Cuántas caras
tienen? y peor, ¿no son muchos de ellos profesionales universitarios?
Es necesario diferenciar claramente la: a) Ética de la Convivencia: que protege nuestro “yo”, para no “caer mal” ante los otros. b) Ética de la Conveniencia: que actuemos de este o aquel modo, por interés. c) Ética de la Convicción: obrar en conciencia, respetando normas, aunque nadie me vea o controle.
¿Quién soy y cómo actúo cuando nadie me ve? No cabe en la vida de una persona íntegra, y menos en la de un profesional, la ética de la convivencia, ni de la conveniencia, sino únicamente, la ética de la convicción, para obrar con rectitud de conciencia. ¡Ta upéicha!